Campesinos e indígenas siguen en conflicto por tierras en San Pedro

Aborígenes y agricultores lamentan el desinterés del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert) y del Instituto Paraguayo del Indígena (Indi) en solucionar el conflicto por terrenos en Santa Rosa del Aguaray, San Pedro. El Estado, a través de dichos organismos, adquirió dos veces el mismo lote que se disputan.

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SANTA ROSA DEL AGUARAY, San Pedro (Omar Acosta, corresponsal). Tanto el grupo de indígenas como los campesinos se niegan a abandonar las tierras, ubicadas en la jurisdicción esta localidad sampedrana. Las finca en cuestión está situada a orillas del río Verde y linda con Laguna Blanca.

El inmueble fue adquirido dos veces por el Estado paraguayo. Por un lado, por el Indi, para albergar a los nativos, pero los campesinos sostienen que el terreno fue expropiado a favor del Instituto Nacional de Desarrollo Rural y de la Tierra (Indert) para que ellos se asienten ahí.

Ambos grupos afectados lamentan la falta de interés, tanto del Indert como del instituto indigenista, para solucionar el problema.

Además, denuncian que fueron abandonados a su suerte desde hace más de 8 meses, que no reciben asistencia de ninguna clase y tampoco saben a quién o dónde recurrir para regularizar las tierras.

Tras la insistencia de grupos campesinos de la colonia Santa Bárbara, liderados por los hermanos Román y Darío Carísimo, fueron expropiadas en 2013 unas 1.887 hectáreas a favor de ellos, dicen. Un año después, el Indi compró 3.518 hectáreas, incluida la parte ya expropiada a favor del Indert.

Esto último fue lo que propició el inicio del conflicto entre campesinos e indígenas.

Actualmente, 158 familias campesinas se distribuyeron entre sí 10 hectáreas por familia. Esto, en el sector de las tierras expropiadas, donde el 70% aproximadamente es área boscosa.

El líder campesino Darío Carísimo relató que viven en condiciones poco dignas, bajo precarias carpas que utilizan como viviendas, sin agua potable ni energía eléctrica. Pero lo que más lamentan es que los niños deben caminar entre 7 y 10 km para llegar a la escuela más cercana.

Este grupo comenzó a talar el bosque cercano “para subsistir”, según justificaron. “Cada familia limpia una hectárea y hace metro (leña) para pagar a los topógrafos y, así, distribuirnos bien la tierra”, explicó Carísimo.

Por su parte, los indígenas sobreviven también en medio de la extrema pobreza.

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