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YPEHÛ, Dpto. de Canindeyú (Pablo Medina, corresponsal). El pasado 22 de enero, Aníbal Alegre Lambaré integró el grupo de vecinos y miembros de la Federación Nacional Campesina (FNC) para evitar la fumigación de extensa parcela de soja perteneciente al brasileño Evaldo Araújo, ubicada en el asentamiento Crescencio González. La propiedad se encuentra en el límite de los departamentos de San Pedro, Amambay y Canindeyú.
Alegre Lambaré fue atendido en el hospital general de Santa Rosa del Aguaray y después derivado al Centro de Emergencias Médicas, donde se constató la pérdida de un ojo, según confirmó al día siguiente del enfrentamiento el doctor Aníbal Filártiga.
El proyectil ingresó en el párpado del ojo izquierdo, perforando el globo ocular, explicó el médico. En el episodio resultaron heridos otros cinco campesinos y dos policías.
Aníbal Alegre vive con su esposa Isabel Burgos Melgarejo en una precaria casa de madera en la colonia Ára Vera, donde nos recibió ayer. Consultado si pedirá resarcimiento por los daños causados, sostuvo que, “en vez de pedir plata, exigiré que estos brasileños salgan de nuestro país y que vayan a envenenar a las familias en el Brasil”, sentenció.
“Un cobarde policía, de los conocidos como cascos azules, me disparó con su escopeta desde una distancia de dos metros. Tengo 12 impactos de balines por todo el cuerpo, pero lo más grave es que uno de los balines me acertó el ojo izquierdo, dejándome mutilado para toda la vida”, se lamentó.
El labriego rememoró el momento en que cayó ensangrentado tras recibir los balines. “No le pude reconocer al autor, pero aun así el culpable directo es el presidente Horacio Cartes, que permitió la instalación de un ejército de policía para proteger a los sojeros brasileños que se adueñan de las tierras de nuestro país”, expresó.
Recordó que los policías empezaron a tirar gases lacrimógenos y balines de goma en momentos en que se encontraban protestando el pasado 22 de enero por la fumigación iniciada por el brasileño Evaldo Araújo, cuya propiedad rodea los asentamientos Crescencio González y Ára Vera, distante unos 80 kilómetros al noroeste de este distrito.
Sostuvo que al recibir el impacto en el ojo fue asistido por Gerardo Martínez, uno de los miembros de la FNC. “Por más que pierda para siempre mi ojo izquierdo, y por más que me queden cinco o diez años de vida, igual hasta mi muerte seguiré luchando para que estos brasileños sean chutados del país y así defender a las familias campesinas del envenenamiento causado con las fumigaciones”, advirtió.
El labriego lamentó que las autoridades nacionales sigan custodiando las fumigaciones y, como castigo a los que reclaman, los policías actúan con violencia contra los campesinos que deben padecer las consecuencias que afectan la salud de los habitantes y hasta la destrucción de sus cultivos tradicionales de autoconsumo y de renta.