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El padre Teófilo Cáceres, de la parroquia "Inmaculada Concepción de María" de la comunidad, en su libro: "Tobatí: Tava-Pueblo-Ciudad", compara esta tradición artesanal con la creación divina del hombre, la obra más "perfecta" de Dios.
Las artesanas y los artesanos, mayores, jóvenes y niños moldean el ñaiu (lodo) con el talento innato de los nativos, que luego, transformados en atractivos jarrones, cantarillas, cholas, botellones, ánforas, planterones, planteras, pavas, cántaros, plato de pared, fruteras, centro de mesa, cabezas con cuello para el jardín o la sala y una infinidad de creativos artículos recorren el territorio nacional e incluso algunos países extraños promocionando una parte del encanto y de la belleza cultural y turística de nuestro país.
Desde tiempos inmemoriales, los artículos elaborados tradicionalmente eran el cántaro y la cantarilla, que eran utilizados por las familias campesinas y por el chokokue (campesino labrador de la tierra), respectivamente. Estos artículos fueron reemplazados por los inventos que en el siglo pasado llegaron a los hogares de nuestro país, como la heladera y el termo. Hoy por hoy, obligados a ponerse "a tono" con las exigencias del mercado, la globalización y otros términos de la economía moderna, han creado otros artículos que ponen a consideración de quienes aprecian la artesanía pura.
El deseo de los humildes creadores de objetos de ñaiu es despertar el interés oficial que les dé el empuje necesario para hacer conocer esta artesanía que significa mucho más que eso, porque representa una historia inmensamente rica, profundamente ligada a los primeros habitantes del distrito.
Las mujeres amasando y moldeando el lodo con sus callosas manos, y los hombres y niños sentados afinando los objetos antes de quemar en el horno, utilizando semillas de árboles u otro objeto rústico, es un espectáculo único para quien lo sabe apreciar. Las artesanas han tenido que adecuar su imaginación al gusto de los clientes, por lo que se ingenian para plasmar perfectas figuras en sus artículos, desde flores hasta sapos y gallinas.
Para las fiestas de fin de año, como lo han venido haciendo en los anteriores, se preparan para elaborar la clericolera con sus respectivas tasas a la medida que pida el cliente. Aseguran que al igual que el cántaro al agua, la clericolera le da un sabor especial a la tradicional bebida familiar, infaltable en las celebraciones de esa época.
Optar por los artículos de cerámica de la compañía "21 de Julio" tiene un significado mucho más profundo que adquirir un objeto artesanal o aportar para el sustento de los hogares de artesanos; es rescatar una parte del rico legado histórico de los primeros habitantes de Tobatí, que luego de 465 años, aproximadamente, se niegan a desaparecer creando arraigo en esa reducida cantidad de 100 familias.