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La carga orgánica de origen urbano es aportada al lago a través de cauces y escorrentía que desembocan a zonas colindantes de las playas de San Bernardino, Areguá e Itauguá.
Estos coliformes fecales no solo son de origen humano, sino también de animales, como vacas, perros, gatos, caballos y de granja, de la zona, precisa el reporte. La institución recomienda a las municipalidades de la cuenca, que son 21 en total, programar ciclos de limpieza para reducir estos índices de polución.
Destaca que el nivel de coliformes fecales se depura naturalmente con el trascurrir de los días, después de las lluvias.
El informe indica que un muestreo de agua realizado en el lago permitió saber que la presencia de algas tóxicas (cianobacterias) en el espejo de agua está “dentro de los límites establecidos”. El reporte fue concluido el 16 de noviembre último, precisa.
Digesa recuerda que la problemática del lago y su cuenca requiere insistir fundamentalmente en la protección y recuperación de humedales, ya que actúan como sistemas depuradores. Además, se debe enfatizar en el tratamiento de los líquidos cloacales e industriales realizando la regulación de las fuentes aportantes de nitrógeno y fósforo, el control y manejo adecuado de los residuos sólidos urbanos e industriales, entre otros.