Adictos se curan con trabajo

Fazenda “La Esperanza” es un programa que se inició en el Brasil y que busca la recuperación de personas adictas al alcohol y las drogas, y desde marzo de este año una sucursal se instaló en el distrito de Belén, en el departamento de Concepción.

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Según los responsables del centro de rehabilitación, un 80 por ciento de quienes culminan el proceso dentro de las “haciendas” logran superar la adicción.

El hogar de Fazenda La Esperanza (Hacienda la Esperanza) en esta zona se denomina “Padre Pío” y se encuentra a 16 kilómetros de la capital del primer departamento. Ocupa un predio de 18 hectáreas y funciona como centro de rehabilitación.

En el sitio se realiza la recuperación de personas que tienen adicción al alcohol y las drogas. Actualmente, 10 personas están en proceso del “retorno a la vida”, como dice el lema del lugar.

El voluntario Mario Vera, quien es uno de los responsables del hogar, conocido dentro de la organización como “el padrino”, señaló que las personas que quieran ingresar al organismo primero debe tener la absoluta convicción de querer recuperarse, ese el primer paso, indicó.

Dentro del programa existen tres ejes principales para lograr el objetivo de la rehabilitación, y son: el trabajo diario, la convivencia y la espiritualidad. La terapia dura un año.

Las actividades que realizan las personas internadas en el lugar son la limpieza de la casa donde viven, la alimentación y cuidado de los animales (cerdos y cabras) que poseen en el sitio, además cuidan del criadero de peces. También hay una huerta que es cuidada por las personas que buscan su recuperación.

Para el ingreso al hogar la familia del postulante debe abonar 2.000.000 de guaraníes, luego en forma mensual 1.000.000 de guaraníes, que son retribuidos en productos artesanales que elaboran los propios internos, se informó. “La propia persona se va pagando su recuperación”, explicó Vera.
Según el voluntario, un 80 por ciento de quienes culminan la terapia dejan definitivamente el vicio.

El religioso brasileño Nelson Giovanelli se aproximó a un grupo de jóvenes que consumían y vendían drogas cerca de su casa. Fue en 1983, en las calles Tupinambás y Guaicurus de la ciudad de Guaratinguetá (São Paulo, Brasil). Él dio ese paso a instancias de fray Hans Stapel, su párroco, para vivir la palabra de Dios.

Nelson conquistó la confianza de aquellos consumidores, y uno de ellos, Antonio Eleuterio, fue el primero en aceptar y pidió ayuda para liberarse de las drogas.

En el país se encuentran tres obras denominadas fazendas, la primera que fue habilitada hace 10 años se llama “San Carlos” y está en el distrito de La Paloma de Canindeyú, otra hacienda es la que se encuentra en Cambyretá, en Itapúa, que es exclusivamente para mujeres. La tercera obra de esta organización en el Paraguay es la que se encuentra en Santo Rey, Belén.

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