Más allá de los intereses comerciales inherentes al megaproyecto de la transnacional Rio Tinto Alcan (RTA), produce fuertes sospechas el desusado interés de la firma de instalar en el Paraguay una fundidora de aluminio con capacidad para producir 674.000 toneladas del metal por año, en vez de hacerlo en Brasil, donde ella posee minas de bauxita y planta refinadora de alúmina, en la región amazónica, y donde también se ubican las mayores usinas hidroeléctricas brasileñas después de Itaipú, que pueden suministrarle toda la energía eléctrica que requerirá la planta industrial.
Aunque nuestro país dispone, por el momento, de excedente energético para abastecer la demanda de la planta fundidora, carece, en cambio, de la alúmina, el otro insumo esencial para la producción de aluminio. Se tendrá que importarla desde el estado de Marañao, situado en el noreste brasileño, a miles de kilómetros de nuestro país, con alto costo de flete marítimo-fluvial, o terrestre, que, por supuesto, será invertido dentro del Brasil por empresas brasileñas e influirá fuertemente en el costo final del producto. Otra ganancia más para el Brasil es que le producirá beneficios en dinero contante y sonante por ser el más conveniente mercado potencial para la totalidad de la producción de la planta reductora, la que, de concretarse, será la mayor de América Latina.
Tomando en cuenta que la maximización del lucro es el objetivo básico de toda actividad comercial o industrial privada, la pretensión de RTA de instalar su megafundidora en Paraguay pareciera contrariar ese principio universal del libre comercio, por lo que cabe inferir que tras la intención de esta corporación transnacional de establecerse en nuestro país, teniendo condiciones económicas mucho más favorables para hacerlo en Brasil, se oculta el hecho de que la corporación transnacional está siendo utilizada como caballo de Troya por el Gobierno brasileño, como una herramienta de su sigilosa y tenaz geopolítica de Estado con relación al Paraguay para continuar beneficiándose indebidamente de energía paraguaya de Itaipú a precio pichincha.
Para un analista serio, esta hipótesis no debe ser desechada apriorísticamente, habida cuenta de que el régimen militar brasileño de las décadas de los 60 y 70 confió la conducción económica del Brasil a la Federación de Industrias del Estado de São Paulo (FIESP). Precisamente, fue durante el tiempo de los gobiernos militares que las empresas explotadoras de bauxita y de refinamiento de alúmina se instalaron en ese país, por lo que a RTA no le faltan estrechos vínculos comerciales con la FIESP.
Todos los beneficios, en un solo lugar Descubrí donde te conviene comprar hoy
Corroborando este aserto, resulta ilustrativo traer a colación un hecho circunstancial que arroja luz sobre la interacción permanente que existe entre el Gobierno brasileño y la poderosa FIESP. En la tarde del martes 27 de octubre de 1992 una delegación de la Junta Interamericana de Defensa, con sede en Washington y de visita en Brasil, fue recibida por las principales autoridades de la FIESP en su sede de São Paulo. En dicha ocasión, el presidente de la principal asociación gremial productiva del Brasil, con cruda franqueza, hizo un insólito mea culpa corporativo, expresando a los jefes de las delegaciones militares que la FIESP asumía su cuota de responsabilidad por el fracaso del “milagro económico brasileño” que se pretendió lograr durante el régimen militar, pues, la FIESP había aceptado liderar la conducción económica del país en ese tiempo.
En el presente, de cara a la pretensión brasileña de incrementar sustancialmente su industria aeronáutica mediante la asociación comercial de la estatal Embraer con fabricantes extranjeros de Estados Unidos y de Francia, compitiendo con empresas japonesas dedicadas a la fabricación de los fuselajes de aviones que son luego ensamblados en los citados países por las empresas Boeing y otras, y compuestos casi enteramente de aluminio, en poco tiempo más el Brasil va a aumentar enormemente su demanda de este metal. He ahí por qué el Gobierno de ese país está directamente muy interesado en que Rio Tinto se instale en Paraguay, para producir con energía eléctrica paraguaya barata la enorme cantidad de aluminio que Brasil va a necesitar a corto plazo de conformidad con su estrategia de crecimiento económico.
Hay que preguntar por qué el Gobierno brasileño no le facilita a RTA instalar su megafundidora en la región amazónica donde tiene sus minas de bauxita y su refinadora de alúmina, disponiendo de abundante energía hidroeléctrica en la misma región. La respuesta es simple: porque, obviamente, considera mucho más conveniente reservar su energía para el desarrollo de sus industrias pequeñas y medianas que generan masivamente puestos de trabajo, antes que venderla como insumo a industrias electrointensivas de escasa generación de empleos.
Así las cosas, de concretarse la instalación en nuestro país de la fundidora Rio Tinto Alcan, mediante una artera estrategia geopolítico-comercial de apropiación indirecta, el Brasil se estaría asegurando que la energía de Itaipú que por fuerza nos debe devolver cuando finalice el plazo establecido en el Tratado, continúe siendo utilizada a vil precio por RTA en su exclusivo provecho, para fundir el aluminio que necesita su parque industrial. Esta es la nueva trampa que nos tiende el Brasil. Paraguay no debe caer en ella; la población entera debe oponerse con toda energía y firmeza a que se consuma este nuevo despojo por parte del Brasil a nuestras posibilidades de crecimiento.