Rio Tinto Alcan, Caballo de Troya del Brasil

La intención de la transnacional Rio Tinto Alcan (RTA) de montar una megafundidora de aluminio en Paraguay no debe ser vista como una simple iniciativa comercial del gran capital transnacional que pretende adueñarse a precio banana del 21% de la energía que tiene Paraguay en Itaipú, Yacyretá y Acaray. Menos aún debe ser percibida como panacea para la gran necesidad de puestos de trabajo que requiere nuestra sociedad. La citada planta debe ser vista como lo que es: una componenda comercial transnacional furtivamente patrocinada por el Gobierno del Brasil, un Caballo de Troya que nos envía con la finalidad de producir en Paraguay aluminio barato para atender la creciente demanda de este metal por parte de su gigantesco parque industrial en constante expansión.

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La intención de la firma transnacional Rio Tinto Alcan (RTA) de montar una megafundidora de aluminio en Paraguay –la mayor de la América Latina en su tipo– no debe ser vista como una simple iniciativa comercial del gran capital transnacional que pretende adueñarse tempranamente a precio banana del 21 por ciento de la energía de que dispone el Paraguay en las usinas hidroeléctricas de Itaipú, Yacyretá y Acaray, energía que dentro de un par de lustros va a ser de vital necesidad para atender la demanda doméstica domiciliaria, comercial e industrial del país. Menos aún debe ser percibida como la panacea para la gran necesidad de puestos de trabajo que requiere nuestra sociedad para mejorar el nivel de vida de los sectores menos favorecidos de ella, pues la fundidora va a generar apenas unos 1.200 empleos directos, en comparación con los cientos de miles que podrían crearse con los 1.600 MWh que el Estado debe hipotecar de por vida a favor de la fundidora de aluminio para garantizarle los 1.200 MWh que requerirá para su funcionamiento efectivo.

La planta reductora de aluminio que pretende instalar en nuestro país la RTA debe ser vista como lo que es: una componenda comercial transnacional furtivamente patrocinada por el Gobierno del Brasil con la finalidad de producir en Paraguay aluminio barato para atender la creciente demanda de este metal por parte del gigantesco parque industrial brasileño en creciente expansión, utilizando como insumos energía eléctrica paraguaya a precio regalado y alúmina producida por la propia firma transnacional en Brasil. Sin duda, un negocio redondo para nuestro angurriento vecino, habida cuenta de que va a disponer del aluminio que su industria manufacturera necesita desesperadamente, al mismo tiempo de evitar subutilizar su propia energía hidroeléctrica en industrias electrointensivas que generan poca mano de obra y, lo que es más importante aún, sin la inevitable contaminación ambiental que causan las fundidoras de aluminio, daño ecológico fuertemente resistido por la población.

La fundidora de aluminio que la RTA pretende instalar en nuestro país le va a beneficiar muy poco al Paraguay. En verdad, más bien le va a perjudicar en doble sentido: por la cantidad de energía que utilizará, no le va a generar una cantidad correlativa de los puestos de trabajo que necesita el país, y encima va a producir una severa polución ambiental que en modo alguno el Gobierno va a ser capaz de controlar, porque el mismo estará sujeto a la voluntad de la gigantesca y poderosa empresa transnacional.

La instalación de RTA en el país está planificada para proveer aluminio barato al Brasil, país al que sin duda irá destinada toda la producción de la industria, la que, por supuesto, será exportada al precio más bajo posible para que la gran ganancia se produzca dentro del Brasil. Así está sucediendo con nuestra electricidad en estos momentos, porque, en la actualidad, efectivamente ELETROBRÁS adquiere nuestra energía a precio pichincha y, ni corta ni perezosa, se la revende a sus numerosas empresas compradoras al precio del mercado, así los enormes beneficios que produce nuestra energía quedan una parte en manos de ella y la otra en las de centenares y miles de empresas brasileñas que indebidamente se están beneficiando de la situación, perjudicando al pueblo paraguayo en cuanto al derecho que este tiene de compartir equitativamente los beneficios por la venta del 50 por ciento de las aguas paraguayas del río Paraná, que impulsan las turbinas generadoras de la usina hidroeléctrica binacional.

Rio Tinto pagará al Paraguay las mismas migajitas que Itaipú. El astuto Brasil, escondido tras su testaferro, continuará la misma explotación a que nos somete la binacional a través de un intermediario, el que por su gigantesco tamaño manejará política y económicamente al país.

Nunca más podremos desprendernos de ella. Estará atada a la historia de nuestro país.

Inclusive, irreversible será el perjuicio infligido a la nación si, por la razón que fuere, mañana resulta un mal negocio la actividad industrial de RTA. Esta advertencia no pretende ser necesariamente premonitoria, pero si por algún imponderable a Rio Tinto le va mal el negocio, no quepa duda de que le presentará al país un ultimátum “social” para que se baje aún más el precio irrisorio que, desde luego, ya está exigiendo antes de instalarse.

A todas luces, al Paraguay no le conviene la instalación en su territorio de la megafundidora de aluminio de la RTA, iniciativa que desde un comienzo fue impulsada en nuestro país por grupos de intereses ligados a políticos liberales en función de gobierno, incluido el actual presidente de la República, Federico Franco, quien, en cuanta ocasión le tocó fungir como Primer Mandatario en ausencia del titular, no hesitó en alabar las supuestas bondades del megaproyecto industrial que, ahora que detenta la titularidad del alto cargo, está impulsando contra viento y marea.

La energía de Itaipú y Yacyretá debe dar trabajo a la mano de obra paraguaya, generar ganancias en el Paraguay y pagar impuestos en el Paraguay. Todo beneficio derivado de ella debe quedar en el país, como corresponde por derecho propio.

Justamente esto es lo que está pretendiendo hacer para sí el Brasil, que busca continuar disfrutando del ilegítimo beneficio que obtiene desde hace muchas décadas con el uso de la energía paraguaya de Itaipú a vil precio; subrepticiamente está presionando a favor de la instalación en nuestro territorio de la fundidora de aluminio Rio Tinto. Si la aceptamos, producirá nuestra segura dependencia de ella per sécula seculórum.

Sin duda, la instalación de la fundidora de RTA en nuestro país forma parte de la estrategia geopolítica de Itamaraty para la continua expansión de la frontera económica del Brasil dentro del territorio paraguayo, y Rio Tinto Alcan es el Caballo de Troya que nos envía para lograr ese repudiable objetivo.

Si se concreta este despojo al país, el Partido Liberal Radical Auténtico será el responsable y los electores paraguayos lo deben tener muy en cuenta en las próximas elecciones nacionales.

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