Recuperar los valores de la familia cristiana

La fiesta de la Navidad nos señala la llegada del hijo de Dios en el seno de la Sagrada Familia y es así, además de un mensaje de esperanza, de paz, de bien y de justicia, un símbolo de la institución de la familia cristiana. Este particular tipo de familia, sin embargo, está desde hace tiempo en progresivo deterioro y hasta en menosprecio en el mundo y, desgraciadamente, también en nuestro país. La recuperación de ese profundo y magnífico bien, que es la familia cristiana, podría ser en una fecha como la de hoy un motivo de reflexión para el cambio de actitudes como las que se han venido infiltrando en nuestra sociedad.

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El 8 de diciembre, fecha festiva de la Virgen de Caacupé, conmueve a la mayoría cristiana de la población nacional. Se honra a la Virgen María por una razón superior: es ella la madre de Cristo, cuyo nacimiento conmemoramos hoy.

La fiesta de la Navidad nos señala la llegada del hijo de Dios en el seno de la Sagrada Familia y es así, además de un mensaje de esperanza, de paz, de bien y de justicia, un símbolo de la institución de la familia cristiana, un modelo de familia de calidad verdaderamente superior, un núcleo social ejemplar cuando se basa en el amor, la confianza recíproca y la verdad de los sentimientos y de los actos y responsabilidades de cada uno de sus miembros.

La familia cristiana no es solamente la institución en que los seres humanos pueden alcanzar una de las felicidades más puras y amplias, sino también, por ello mismo, la mejor base posible para lograr una sociedad siempre mejor, más justa, más solidaria, más educada, más humana.

En nuestro país, de un modo u otro, casi todos festejamos la Navidad con alegría, con esperanza, pero no todos percibimos suficientemente el mensaje moral que esta festividad expresa sobre la conformación y la fortaleza de la familia cristiana.

De hecho, este particular tipo de familia está desde hace tiempo en progresivo deterioro y hasta en menosprecio en el mundo y, desgraciadamente, también en nuestro país.

La Constitución vigente es imprecisa cuando se refiere a la familia. La reconoce como "fundamento de la sociedad" y garantiza "su protección integral", pero de inmediato agrega que esa familia de que habla "incluye" a "la unión estable del hombre y de la mujer", lo que parece -por razón del uso de la palabra "incluye"- que también puede existir otros tipos de unión que también puedan ser aceptados como "familia".

Para la Constitución, además, el matrimonio no solo puede ser disoluble -como ya ha procedido a efectivizarlo la ley-, sino que la vida humana está protegida desde la concepción, pero solamente "en general", o sea que la ley podrá establecer excepciones.

Nuestra realidad social también nos muestra hoy que muchas personas y aun familias enteras poseen un espíritu de la Navidad que poco se asemeja a lo que debería ser y efectivamente era hasta no muchos años atrás. De ser una festividad religiosa y de la familia, se nos está convirtiendo en una fecha de infundada obligación de estar alegres, comer y beber mucho, hacer sonar bombas y petardos y hasta a disparar tiros al aire que caen luego en cualquier parte y ya han costado vidas.

La recuperación de ese profundo y magnífico bien que es la familia cristiana podría ser en una fecha como la de hoy un motivo de reflexión para el cambio de actitudes, como las que se han venido infiltrando en nuestra sociedad.

Nuestros deseos de "Feliz Navidad" para todos quieren ser una palabra alentadora de la buena conformación de la familia cristiana porque de ella no solo surge la felicidad de sus miembros, sino también la solidez de la sociedad nacional, hoy corroída por la corrupción, la pobreza y el olvido de valores.
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