Recordemos también a los héroes anónimos de la patria

El Día de los Héroes, consagrado en tal carácter para evocar a los caídos en Cerro Corá, pareciera vincularse exclusivamente con aquellos que defendieron arma en mano la integridad territorial de la patria. A esta convicción, que creemos excluyente, se añadió el error de reservar los homenajes de la posteridad a personajes muchas veces intrascendentes, a veces francamente rechazables, que sólo alcanzaron un débil relumbrón debido a su paso por la política. El Día de los Héroes debe ser una fecha incluyente, dentro de la cual quepan, como figuras dignas de recordación, todos aquellos que de alguna manera contribuyeron al engrandecimiento del Paraguay. Pero no sólo por sus acciones bélicas sino también por el esfuerzo silencioso a lo largo de décadas a favor de sus compatriotas.

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El Día de los Héroes, consagrado en tal carácter para evocar a los caídos en Cerro Corá, pareciera vincularse exclusivamente con aquellos que defendieron arma en mano la integridad territorial de la patria. De hecho, así se ha celebrado tradicionalmente esta fecha, identificando el patriotismo y la condición heroica con resonantes episodios militares del pasado. Nada más apropiado, en ese sentido, que haber elegido un 1 de marzo para promover la recordación y el respeto hacia quienes se hicieron acreedores de ese reconocimiento.

A esta convicción, que creemos excluyente, se añadió el error de reservar los homenajes de la posteridad a personajes muchas veces intrascendentes, a veces francamente rechazables, que solo alcanzaron un débil relumbrón debido a su paso por la política. Así, plazas, parques, calles, avenidas y hasta edificios públicos recibieron el nombre de esta clase de personas, cuyo único mérito es haber descollado al frente de una institución partidaria, generalmente del partido de Gobierno, cuyos dirigentes del pasado han recibido reiteradamente esta clase de homenaje, reduciéndose así el ámbito de los políticos a los afiliados al oficialismo.

Por encima de estas consideraciones, creemos que el Día de los Héroes debe ser una fecha incluyente, dentro de la cual quepan, como figuras dignas de recordación, todos aquellos que de alguna manera contribuyeron al engrandecimiento del Paraguay. Pero no solo por sus acciones bélicas, sino también por el esfuerzo silencioso a lo largo de décadas a favor de sus compatriotas. Esfuerzo que ha brillado en la investigación científica, en la docencia, en la salud pública, en el periodismo, en la lucha por los derechos de sus congéneres, en el arte, e incluso con el simple ejemplo de una vida digna, consagrada al trabajo, al cumplimiento de la ley, al respeto a los semejantes.

Héroes son, pues, muchos, y todos merecen idéntico homenaje. Educadores como Ramón I. Cardozo, filántropos como Andrés Barbero, historiadores como Rafael Eladio Velázquez, músicos como Agustín Barboza, poetas como Hérib Campos Cervera, novelistas como Augusto Roa Bastos, son solo algunos nombres escogidos al azar, para señalar la multiplicidad de escenarios donde pueden brillar la creatividad y el amor a la nación, con muchísimos más méritos que aquellos escogidos por el capricho de la política. Como ellos, hay numerosos paraguayos menos conocidos, incluso absolutamente anónimos, que han entregado sus energías, ayer y hoy, para construir un Paraguay mejor.

Hoy se distribuyen condecoraciones meramente al azar, muchas veces por simple simpatía, lo que ha desmeritado considerablemente las entregas de distinciones que se hacen prácticamente al por mayor.

Ha llegado el momento en que debemos privilegiar el homenaje a personas que, sin esperar recompensa, sin el relampagueo de la gloria que acompaña a los grandes, también merecen un lugar en el panteón de aquellos que recibieron los honores a que se hacen acreedores quienes dieron todo de sí sin esperar nada a cambio. Cada rincón del Paraguay tiene docenas de personajes de esa clase, ciudadanos, hombres y mujeres, que han abrazado la causa del prójimo sin esperar remuneración alguna, material o espiritual.

Tal vez entre ellos quepan –¿por qué no?– algunos políticos. Sin duda serán aquellos cuyos nombres no aparecen en ninguna calle ni en ninguna plaza, pero que vivieron sus ideales en función a los demás y llevaron a la tumba el recuerdo de una vida honrada, a lo largo de la cual no se le quedó entre las manos un solo centavo del dinero público. Ellos, así como los demás paraguayos que vivieron para los demás, son los verdaderos héroes sobre cuyas espaldas se ha construido el Paraguay y que, por eso mismo, todavía están esperando el reconocimiento de sus compatriotas.
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