Estamos en un estado de tragedia educacional

El año pasado, a iniciativa de la República de China-Taiwán, se creó en nuestro país la Universidad Politécnica Taiwán-Paraguay (UPTP), o “Taiwán Tech”, como se la conoce. En la primera prueba parcial para los numerosos interesados en ingresar a la misma ya surgieron los fracasos conocidos que comprometen al estudiante local. La mayoría de los postulantes tuvo un puntaje muy bajo debido a la exigencia de la prueba y por el empleo del idioma inglés. De hecho, un directivo paraguayo de la institución aclaró que la intención era tener “una universidad taiwanesa en el Paraguay y no una universidad paraguaya con toques de Taiwán”. Los muchos jóvenes que desertaron después de las primeras clases de cursillo y prueba parcial lo hicieron desanimados por las exigencias académicas a las que no están acostumbrados, porque provienen de institutos donde los programas son escuálidos; las exigencias, laxas; y el rigor, inexistente. Paralelamente a estos datos, se conocieron los resultados de una evaluación internacional conocida como PISA D, que también contiene datos preocupantes referentes a las competencias cognitivas en adolescentes de nuestro país, todo lo cual lleva a pensar que estamos en un estado de tragedia educacional.

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El año pasado, a iniciativa de la República de China-Taiwán, se creó en nuestro país la Universidad Politécnica Taiwán-Paraguay (UPTP), o “Taiwán Tech”, como se la conoce, con la finalidad de formar técnicos en ramas de la Ingeniería Civil, Comercial, Electromecánica e Informática, con una duración de cuatro años. Los cursos preliminares comenzaron en septiembre de 2018 y los exámenes de ingreso se previeron para la primera semana de febrero próximo. Los estudiantes de escasos recursos serán financiados por los dos Gobiernos, taiwanés y nacional. El proyecto, como se ve, reúne muchas condiciones positivas.

Sin embargo, según las publicaciones de prensa, en la primera prueba parcial ya surgieron los fracasos conocidos que comprometen al estudiante local. El coordinador académico de la UPTP, Raúl Patiño, informó que solamente unos pocos lograron pasar los 50 puntos mínimos exigidos, de los 100 de la prueba. Los inconvenientes principales –explicó– fueron la modalidad de enseñanza y el empleo del idioma inglés. Agregó que la mayoría de los postulantes tuvo un bajo puntaje porque no entendieron el examen. De hecho, Carlino Velázquez, rector interino de la institución, había aclarado a mediados del año pasado que la intención era tener “una universidad taiwanesa en el Paraguay y no una universidad paraguaya con toques de Taiwán”, lo que implica que esta institución distará mucho de nuestras “universidades de garaje”, cuya exigencia principal para estudiar en ellas se limita al pago de la cuota de ingreso. No hablemos ya del idioma, teniendo en cuenta que muy pocos colegios en nuestro país dan clases en esa lengua.

De modo que de los 360 seleccionados inicialmente para el curso de nivelación apenas 280 asistieron a clases regularmente y 200 fueron los que se animaron a rendir el examen tomado recientemente. Los muchos que desertaron después de las primeras clases de cursillo y prueba parcial lo hicieron desanimados por las exigencias académicas a las que no están acostumbrados, porque provienen de institutos donde los programas son escuálidos; las exigencias, laxas; y el rigor, inexistente.

No puede afirmarse que el proyecto de la UPTP haya fracasado, pero resulta evidente que para lograr sostener el número de estudiantes que se propuso cuando fue creada tendrá que recurrir a un sistema de preparación previa más prolongada, como los cursillos de ingreso de al menos un año de duración. Porque aquí, en nuestro país, se volvió normal que los bachilleres egresen de la enseñanza secundaria sin estar capacitados para pasar directamente a la etapa superior, por lo que tienen que ser “nivelados”.

El rector interino aludió también a unas observaciones recogidas por los docentes taiwaneses, de que el método de aprendizaje paraguayo es “muy mecánico”, soslayando el razonamiento lógico (algo que, por cierto, ya sabíamos desde hace tiempo). Al respecto expresó que en nuestro país los profesores exponen un ejercicio, el estudiante resuelve la ecuación y ya está. En cambio, los docentes taiwaneses plantean una situación con un problema cuantitativo, con el que el estudiante debe realizar la ecuación. Se ve entonces que en nuestras escuelas primarias y colegios secundarios el aprendizaje es puramente mecánico y los estudiantes no aprenden a plantearse una situación problemática para buscar la solución de un modo metodológicamente apropiado.

Pero este caso mencionado resulta ser solamente uno de los obstáculos principales en nuestro sistema educativo nacional. El año pasado, el Paraguay y otros siete países del Tercer Mundo fueron sometidos a un programa de evaluación internacional conocido por las siglas PISA D, referente a competencias cognitivas en adolescentes que cursan el séptimo grado o más. Se incluyeron en la evaluación las áreas de Matemáticas, Lectura y Ciencias, y en nuestro país se sometió a ella a 4.510 estudiantes, 2.300 docentes y directivos de 205 instituciones educacionales públicas, subvencionadas y privadas.

“Los resultados para el Paraguay fueron lamentables”, refiere la profesional María de la Paz Peña, con maestría en Educación, en un artículo publicado en nuestro diario. “En lectura, el 68% de los estudiantes no llegó al nivel 2; lo que significa, que solamente están capacitados cognitivamente para comprender hechos simples...”.

Siempre atendiendo los resultados de PISA D, en Matemáticas solo el 8% obtuvo resultados del nivel 2, ya que el 92% estuvo por debajo de ese nivel. Agrega que la situación en Ciencias no fue mejor: el 76% de los estudiantes está por debajo del nivel 2 de competencias. Según la mencionada profesional, esto “nos lleva a sugerir que una masa crítica de matemáticos, innovadores, creadores, investigadores científicos tardaría en surgir”.

Está muy claro, entonces, que estamos en un estado de tragedia educacional, con chicos y chicas que leen textos pero no los comprenden, que aprenden a emplear métodos de cálculo o de análisis pero no saben por qué ni para qué lo hacen, que se esfuerzan y gastan mucho dinero para obtener diplomas que les habilitan para ejercer oficios o profesiones aunque de un modo puramente formal, administrativo, pero no intelectual.

Los factores que inciden para que padezcamos uno de los peores sistemas educacionales del mundo fueron varias veces mencionados y enumerados por los analistas: formación docente mediocre, baja carga horaria, infraestructura y equipamiento obsoletos o insuficientes, perversión de la administración educacional por la politiquería, falta de objetivos definidos, programas desfasados, etc.

La conjunción de estos factores hace que las soluciones sean complejas. No se trata solamente de incrementar las horas-clase, pagar mejores salarios a los docentes, perfeccionar los métodos de enseñanza-aprendizaje, sino hacer todo esto y cumplir, además, con más exigencias aplicadas en otros lugares para asegurar la excelencia educativa. Es por eso que Paraguay, teniendo más inversión presupuestaria en educación que algunos otros países, obtiene peores resultados que estos.

Es preciso comenzar a tomar muy en serio la política educacional en el Paraguay. Esto se ha dicho ya muchas veces, aunque parece que, hasta ahora, no pasa de ser un exhorto puramente retórico. Las reformas tendrán que ser de cirugía mayor, lo que significa que se deberá meter el bisturí hasta el fondo para extirpar la mediocridad y los tejidos políticos infectos que inficionan un factor de desarrollo tan importante como la educación.

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