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La ciudadanía de Encarnación tiene previsto iniciar hoy una serie de movilizaciones en contra de la impunidad en casos de defraudaciones en la Municipalidad de esa capital departamental, en los años 2013, 2014 y 2015. Ya a mediados del 2016, un grupo de encarnacenos realizó caravanas, juntó firmas y recaudó fondos para pagar una auditoría en la Municipalidad, cuando los ediles colorados (que son mayoría en la Junta) se oponían a ello. Sin embargo, después aceptaron y la Comuna decidió solventar el costo del examen de los ejercicios mencionados.
En estos días se conocieron los resultados y se comprobó que más de G. 26.000 millones (más de 4,5 millones de dólares) provenientes de royalties fueron dilapidados en gastos corrientes y pago de combustibles entre 2013 y 2015. La Comuna sureña llegó incluso a la quiebra técnica debido a que experimentó un aumento de su deuda del 421%, de unos G. 4.000 millones a G. 22.000 millones.
En esos tres años, la intendencia municipal de Encarnación fue ocupada por Juan Schmalko (ANR) hasta agosto de 2013, cuando renunció para ocupar el cargo de director por Paraguay en la Entidad Binacional Yacyretá (EBY); le sucedió transitoriamente su correligionaria, la concejala Élida (Chili) Bartonchelo, hasta la elección de Joel Maidana (ANR) para completar el periodo de mandato.
La conclusión a la que llegaron los auditores es que hubo un “incumplimiento sostenido y sistemático de la ley”, según expresó Dimas Piris da Mota, jefe del equipo auditor Sistemas y Proyectos, integrado por 12 profesionales de distintas áreas.
La capital de Itapúa está pasando por un momento económico fenomenal por el auge del turismo y ha introducido grandes mejoras en el centro histórico y la Costanera. Sin embargo, los barrios periféricos aún esperan más inversiones en obras, que siempre serán esquivas mientras haya políticos corruptos que se alzan con el dinero del pueblo. Los encarnacenos deben repudiar a estos politiqueros y nunca más elegirlos para los cargos públicos, porque robar a la Comuna es negarle su progreso y, en consecuencia, el bienestar a sus pobladores.
Los encarnacenos han dado una gran lección al país al exigir la rendición de cuentas a sus autoridades. Es de esperar que este formidable despertar del pueblo se viralice y que llegue a otras localidades, para que cuando haya sospecha de corrupción, la población se lance a las calles para exigir una rendición de cuentas.
Hoy, con el resultado de la auditoría, los encarnacenos deben exigir la devolución de lo que aparezca como robado, con sus intereses, y cárcel para quienes hayan defraudado a la comunidad.