La libertad de prensa y la hipocresía internacional de Santiago Peña

En 24 horas más el presidente paraguayo, Santiago Peña, abrirá la 80ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que se celebrará en Córdoba, Argentina. La asamblea debatirá sobre temas cruciales como el deterioro democrático y las libertades de prensa y expresión, algo sobre lo cual el Presidente paraguayo mucho sabe: la libertad de expresión en general y la libertad de prensa en particular están en peligro en la República del Paraguay. Los hechos de violencia encubierta desde el poder contra comunicadores y medios son cada día más notorios y sobre ellos, Santiago Peña no solo mantiene un silencio cómplice sino que, además, lo poco que se ha expedido ha sido para dar cátedras de cómo hacer periodismo, y del periodismo que quiere su Gobierno.

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En 24 horas más el presidente paraguayo, Santiago Peña, abrirá la 80ª Asamblea General de la Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) que se celebrará en Córdoba, Argentina. La asamblea debatirá sobre temas cruciales como el deterioro democrático y las libertades de prensa y expresión, algo sobre lo cual el Presidente paraguayo mucho sabe: la libertad de expresión en general y la libertad de prensa en particular están en peligro en la República del Paraguay. Los hechos de violencia encubierta desde el poder contra comunicadores y medios son cada día más notorios y sobre ellos, Santiago Peña no solo mantiene un silencio cómplice sino que, además, lo poco que se ha expedido ha sido para dar cátedras de cómo hacer periodismo, y del periodismo que quiere su gobierno.

¿Puede pensarse en una hipocresía internacional mayor que la presencia de Santiago Peña para respaldar debates contra el deterioro democrático y las libertades de prensa y expresión? Las autoridades de su partido, que se reúnen en la residencia presidencial del Paraguay, han expresado de varias maneras su irrespeto al ejercicio del periodismo y a los periodistas. Han alentado bravuconadas y hasta ilegitimidades contra medios y comunicadores en los últimos tiempos echando mano de cuanto esté a su alcance. Apenas la semana pasada, Peña dio lecciones de cómo piensa que debe ser la prensa con su Gobierno.

Sin ir más lejos, en mayo de este año, Santiago Peña, el presidente que abrirá la 80ª Asamblea de la Sociedad Interamericana de Prensa, sugirió que los medios de comunicación solo “denuestan contra la clase política” y defendió al declarado “significativamente corrupto” Horacio Cartes quejándose de que recibe ataques de medios de comunicación “que quieren levantar murallas alrededor de él para que la gente no se acerque. Y él (Cartes), lo que hace todos los días es derribar esas murallas para que la gente se acerque, para que el Partido Colorado sea una gran familia”.

Lo que Peña debe saber indubitablemente es que les será muy difícil arrodillar a la prensa libre ante su pedido. Varios exponentes del coloradismo en general, y el cartismo en particular, han estado hostilizando con las persecuciones que alientan desde los poderes y las instituciones que han copado, prohibiendo los debates, restringiendo accesos a la información ciudadana y a planes estatales, retaceando el conocimiento de los números que hacen a las políticas públicas. En los últimos tiempos han amenazado con represalias a los grupos empresariales de los medios que osan cuestionarlos y denuncian sus ilicitudes y latrocinios; amenazan y presionan a comunicadores que critican, descubren y revelan hechos de corrupción, encubrimiento de lavado de dinero y otras perlas que necesitan, desesperadamente, ocultar del ojo público.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) se define como una organización integrada por más de 1.300 medios americanos –entre los cuales está desde hace años ABC Color– que trabaja “sin descanso para promover las libertades de prensa y expresión” y adhiere fervorosamente a la histórica Declaración de Chapultepec. En la Conferencia Hemisférica sobre Libertad de Expresión realizada en marzo de 1994, con apoyo unánime de instituciones democráticas de la región, se consagraron lineamientos en esa Declaración según los cuales una prensa libre es condición fundamental para que las sociedades resuelvan conflictos, promuevan el bienestar y protejan su libertad: “No debe existir ninguna ley o acto de poder que coarte la libertad de expresión o de prensa, cualquiera sea el medio de comunicación” dice en su preámbulo, para citar a continuación diez principios con los cuales se comprometieron sociedades y gobiernos de todo el continente. “No hay personas ni sociedades libres sin libertad de expresión y de prensa. El ejercicio de esta no es una concesión de las autoridades; es un derecho inalienable del pueblo” dice en su artículo primero.

Nuestro fundador y desaparecido director, Aldo Zuccolillo, fue un ferviente activista y defensor de la SIP durante 30 años de su vida, fue directivo y ejerció varios cargos, llegó a ser vicepresidente del Comité de Libertad de Prensa y director del Centro Técnico, formó parte de numerosas delegaciones de la organización a muchos países para respaldar momentos oscuros para la libertad de prensa y de expresión.

Más que reflexionar sobre qué hubiera dicho –o escrito– Aldo Zuccolillo ante la apertura oficial que hará el Presidente paraguayo de la Asamblea de una organización como la SIP, una oenegé como las que está persiguiendo el Gobierno cartista que representa formalmente Santiago Peña, nuestro diario elige hoy, como todos los días de nuestra existencia, honrar su legado defendiendo el derecho del pueblo paraguayo a vivir en una sociedad libre, no como una graciosa concesión del Gobierno de turno sino como un derecho conquistado por la República del Paraguay.

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