Los cartistas quieren muertes “política y socialmente” en el Paraguay de Santi Peña

El senador Gustavo Leite, el que aparece como portavoz del mismísimo Horacio Cartes, el legislador que ha estado atropellando artículos constitucionales, violentando la ley, haciendo uso y abuso de las bravuconadas, confesó en la semana que termina –y por equivocación en un grupo de WhatsApp– que en realidad lo que se persigue es matar política y socialmente a todos aquellos hombres y mujeres que puedan estar trabajando para organizaciones no gubernamentales. Por lo que se está viendo, sobre todo a aquellos que pudieran ser críticos y duros de alinear al cartismo.

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En la confesión que por error envió por WhatsApp, el senador cartista trató al presidente Santiago Peña de BOLUDO; esto es desprecio y descrédito de un poder al otro, de un senador a la investidura presidencial. Sin embargo, no deberíamos quedarnos en el insulto hecho a espaldas de quien detenta el poder formal y constitucional de la República del Paraguay.

El senador cartista Gustavo Leite ha hecho una apuesta mucho más alta que tratar de boludo a Santiago Peña. El quiere la muerte social y política de los ciudadanos articulados en grupos civiles no gubernamentales que históricamente han apoyado la salud, la educación, el ambiente, la cultura, el acceso a la formalidad negado a los más vulnerables, el derecho a un techo, a medicinas, a atención a los niños y niñas, recuperación de adictos, o inclusión para discapacidades físicas o mentales, entre otros. El senador cartista dijo, textualmente: “SI NOS DAN LOS DATOS, ELLOS MUEREN POLÍTICA Y SOCIALMENTE EN PARAGUAY, YO CREO QUE POR AHÍ VA LA COSA, ESTÁN ABSOLUTAMENTE DESGASTADOS”.

Es difícil recordar en la historia de la vida democrática paraguaya una confesión tan infame y execrable como la que tomó estado público esta semana por parte de un representante del pueblo paraguayo instalado en el Congreso de la Nación, alguien que debería estar legislando y promoviendo el bienestar para toda la población. Durante la dictadura stronista quienes anunciaban persecuciones y represiones utilizaban el balcón del vocero colorado, el diario Patria. De estos anuncios en tinta y papel toda la población sabía que se pasaba directo a las acciones de represión, tortura y cárcel que a veces terminaba inclusive en muertes o desapariciones.

El senador Gustavo Leite se autoincriminó en las generales del artículo 201 de la Constitución Nacional por el cual él mismo podría perder su investidura: “Los Senadores y Diputados no podrán estar sujetos a mandatos imperativos”. El confeso senador apuntó en su audio a ALGUIEN que les está dando instrucciones: “(…) y vos ya sabés gracias a quién torcimos el brazo, te mando el resumen”. Alguien –que no es el “boludo” presidencial a quien sí mencionó con nombre– está obligando a torcer el brazo a un senador –o a varios legisladores– de la Nación. Leite referenció a alguien a quien no se atrevió a mencionar, con lo cual está confesando además que la AUTÉNTICA gobernanza del Paraguay se está viendo afectada no por un “oenegero” sino por alguien con más poder que el propio Santiago Peña, alguien que podría ser el –por lo visto innombrable– Horacio Cartes.

El senador Gustavo Leite anunció además que seguirán ventilando lo que ya han estado ventilando, que hasta donde se ha visto incluyen datos personales y privados de todos aquellos que seguirán persiguiendo. El parlamentario materializó verbalmente su profundo desprecio a las organizaciones no gubernamentales sincerando que los están desgastando: “(…) pero están absolutamente desgastados, verdad. Hoy un oenegero es alguien que no quiere la transparencia, un incoherente que dice una cosa y hace otra, tenemos que insistir por ese lado y por supuesto ventilar lo que tenemos”.

En el pináculo del cenáculo de las revelaciones, si algo faltaba descubrir era que el profundo desprecio que Leite siente por algunos oenegeros no le impide tener una esposa “oenegera” o haber sido él mismo un “oenegero” que no le hizo asco a recibir dinero de la binacional Itaipú y de la mismísima Tabacalera del Este, TABESA, del grupo Cartes. Una vez descubierto, tuvo que admitir que era un oenegero, pero uno “transparente”; mintió bastante. Tanto que hasta que nuestro diario no reveló la existencia de la oenegé, Leite jamás mencionó que él era uno del listado. Y hasta que fue reclamado por información, tampoco mencionó una palabra de que la entidad binacional ITAIPÚ, y la misma TABESA le proporcionaron fondos. Aquí es donde cabe la pregunta de los “antioenegeros” que argumentan la gobernanza como excusa para persecución: ¿pudo haber afectado la entidad binacional Itaipú, o la tabacalera TABESA, la gobernanza del Paraguay a través de Leite?

Este legislador se ha tomado varios días para rendir cuentas de su oenegé familiar, anunció que lo hará mañana, y usará el recinto del Congreso. De más está decir que la tal convocatoria, al ser en un espacio público y pagado por todos los contribuyentes que financian el edificio y a sus legisladores, debería estar abierta a la participación ciudadana, además de la obligación de responder todas las preguntas.

Se puede confirmar con total certeza que el cartismo está usando el púlpito del Congreso para vanagloriarse de violentar derechos humanos, justicia social y bienestar común. Intentar silenciar o destruir a quienes participan en organizaciones no gubernamentales atenta contra derechos básicos como libertad de expresión y de asociación, ambas protegidas por leyes nacionales e internacionales. Criminalizar a los ciudadanos que trabajan por el bienestar del país desde donde sus convicciones les indican pulveriza las bases mismas de una sociedad pluralista y democrática. Lo más importante: nos confirma las sospechas de que Paraguay, de la mano de un presidente monigote a quien se dan el lujo de descalificar como boludo sus propios “aliados” cartistas, nos está haciendo ingresar a una de las noches más oscuras de los tiempos posdictadura.

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