La situación en Yacyretá se ha vuelto insostenible

Se ha dicho que Paraguay dejará de “vender” su parte de la energía de Yacyretá a Argentina debido al conflicto surgido a raíz del cobro de peaje en la hidrovía, y a ello se ha sumado últimamente la extraña retención en la frontera de camiones con gas importado para abastecer el mercado local. Mientras esto último más se parece a una vedada amenaza de represalias que a una simple medida administrativa relacionada con dudosos formalismos, lo de Yacyretá es mucho más profundo. Independientemente de cómo se termine resolviendo el espinoso asunto de la navegación o cualquier otro que surja, la realidad es que la situación de Yacyretá se ha vuelto absolutamente insostenible y nuestro país no puede descartar adoptar medidas drásticas para precautelar lo que queda de sus legítimos derechos e intereses.

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Se suele poner más énfasis en Itaipú que en Yacyretá por una cuestión de tamaño, pero si bien Yacyretá es significativamente más chica que Itaipú, unas cuatro veces en potencia instalada y cinco veces en generación, las iniquidades cometidas contra el Paraguay y el descalabro financiero-administrativo en el que se encuentra la central binacional con Argentina son mucho peores.

Los tratados de ambas binacionales, los dos firmados en 1973, son en esencia prácticamente calcados, con las mismas fórmulas tramposas para asegurar que tanto Brasil como Argentina se puedan quedar con la parte paraguaya por monedas. Pero si Brasil infló de manera exorbitante la deuda en su beneficio y ha mantenido durante cinco décadas un statu quo que le es sumamente favorable, gracias al cual ha catapultado el desarrollo de sus estados más ricos, desde São Paulo hasta Paraná, sin pagar lo que corresponde por la porción que utilizó del potencial energético del río Paraná que le pertenece a nuestro país, al menos siempre ha cumplido con lo poco que se ha comprometido. Argentina ni siquiera eso. Ahora el vicepresidente Pedro Alliana habla de que hay un principio de acuerdo entre los dos países para que nuestro vecino comience a amortizar su deuda por la cesión y el consumo de energía.

Aunque la deuda por la construcción de Itaipú, que terminó siendo de 62.000 millones de dólares, es en gran medida espuria y usuraria, hoy ya está totalmente cancelada, la central ya está amortizada y funcionando perfectamente, Paraguay tiene a su disposición una fuente gigantesca de energía limpia, barata y renovable, y todo en condiciones para que use su parte y cobre un precio justo por sus excedentes, ya sea renegociando los términos del Anexo C o comercializando su propia energía por su cuenta.

En Yacyretá es muy diferente. La deuda de la EBY es un agujero negro, nadie sabe a ciencia cierta cuánto se pagó, cuánto se invirtió realmente en las obras y máquinas, cuánto se desvió, cuánto es atribuible a los atrasos, a las diferencias cambiarias, a las crónicas crisis fiscales argentinas. Supuestamente todavía se deben 25.000 millones de dólares al Tesoro argentino, pero solo 4.000 millones están debidamente documentados. Y las veces que se habla de la obvia necesidad de un saneamiento, en el vecino país dejan entrever o directamente afirman que ello sería una “condonación” a Paraguay, lo cual no solo es falso, sino indignante.

Paraguay no le debe un centavo a Argentina por Yacyretá, todo lo contrario. Para empezar, al igual que Itaipú, Yacyretá se tiene que autofinanciar de principio a fin con la tarifa a precio de costo por la contratación de la potencia y la consecuente energía generada, que ha sido consumida en un 97% por Argentina. Adicionalmente, además de la entrega de su 50% del caudal del río, que es el recurso natural básico de una central hidroeléctrica, Paraguay aportó el 80% del territorio inundado y nunca ha recibido una retribución mínimamente razonable por ello.

Pero, como si lo anterior fuera poco, por un lado, Argentina ni siquiera le paga a Paraguay la ínfima compensación prevista por cesión de energía (ni reconoce intereses por mora), como sí lo hace Brasil, con lo cual nuestro país solo tiene perjuicios y ningún beneficio en la EBY, por mínimo que fuera, y, por el otro, tampoco le paga a la propia Yacyretá. Hace uso de prácticamente toda la energía generada y no abona ni el precio de costo, necesario para operación, mantenimiento y amortización de la deuda. Hasta diciembre de 2022 acumulaba un atraso de 4.400 millones de dólares (sin intereses), lo que ya está impidiendo que la entidad tenga recursos hasta para pagar los salarios, según dijo el presidente Santiago Peña en una reciente entrevista con la cadena CNN.

Por lo tanto, ya que no nos pagan ni le pagan a la EBY, no es descabellado pensar en utilizar una mayor porción de la energía de Yacyretá, con ello obtener mayores excedentes en Itaipú y Acaray, dividirlos en bloques y subastarlos a precio de mercado entre los 150 comercializadores del desregulado mercado eléctrico brasileño y regional, exactamente de la misma manera como lo hace actualmente la operadora estatal del Brasil con la parte sobrante paraguaya.

Argentina está en una muy delicada coyuntura económica que no se puede desconocer. No hace falta acogotar a nuestros vecinos ni negarles la debida solidaridad. Pero entonces que se dejen de bravatas, que se sienten a negociar, que reconozcan que están en falta, que se hagan las consolidaciones de cuentas que se tengan que hacer, que de una vez por todas se sanee la deuda, y que se respete a Paraguay en este y todos los ámbitos.

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