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Desde hace décadas, el Mercado de Abasto de Asunción es un verdadero desastre, provocado por la corrupción, la negligencia y la ineptitud rampantes, sin que los sucesivos intendentes y concejales se hayan ocupado del mismo con la seriedad debida. Su última tibia actuación tuvo que ver con un contundente informe que la Contraloría General de la República emitió en 2020, sobre la administración de Mario Ferreiro; allí se leía, entre otras cosas, que los vendedores permisionarios adeudaban a la Municipalidad casi 3.000 millones de guaraníes y que no había un inventario actualizado de los locales, de modo que se podía vender sin pagar el canon correspondiente. En consecuencia, el mercado volvió a ser intervenido, pero la calamidad continúa, sin que, como siempre, haya visos de mejoras.
Ahora se denuncia que, pese a contar con un presupuesto anual de más de 20.000 millones de guaraníes, de los cuales 359 millones deben destinarse a los servicios de aseo, mantenimiento y reparaciones, la basura se acumula y tanto las instalaciones como las vías internas se deterioran cada vez más, hasta el punto de que los permisionarios han tomado la iniciativa de hacer lo que no hace la Dirección de Abastecimiento de la Municipalidad. Conste que este año dispondría de 1.954 millones de guaraníes para obras de infraestructura, pero resulta que la inversión brilla por su ausencia. Tiene nada menos que 185 funcionarios que, junto con los contratados, consumirán este año unos 11.000 millones de guaraníes; ninguno de ellos actúa como guardia de seguridad y ni siquiera hay cámaras, aunque el sitio sea frecuentado por vendedores y adictos al “crack”, que suelen estar armados.
Los preocupados permisionarios, que lanzaron la campaña “Unidos por un abasto mejor”, quieren saber del intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR) el destino de los 1.300 millones de guaraníes recaudados cada mes y de qué se ocupa el abundante personal, aparte de cobrar coimas, según afirmaron. Asimismo, han pedido a la Junta Municipal que el Mercado de Abasto sea declarado en estado de emergencia y que la Dirección citada sea intervenida. Hasta la fecha, no han encontrado respuestas, lo que resulta bastante comprensible porque los munícipes se guardan mucho de molestar a la clientela instalada por ellos mismos, a costa de las finanzas y de los contribuyentes. Les han dicho que no hay fondos para reparar cinco portones e instalar cámaras de seguridad, pero resulta que se presupuestaron 60 millones de guaraníes para “consultorías, asesoría e investigación”, esto es, para malgastarlos en documentos que serán absolutamente inútiles.
La calamitosa situación descrita es solo un ejemplo más de la bochornosa gestión municipal. El intendente y los ediles, que cada año endeudan aún más a la Municipalidad para sostener a sus más de nueve mil funcionarios, contratados y jornaleros, hacen la vista gorda ante un penoso espectáculo que afecta a la higiene y a la seguridad de clientes y vendedores. Es intolerable que el Mercado de Abasto siga siendo un antro donde imperan la desidia, la torpeza y la indecencia, esto es, que las administraciones se sucedan sin que ninguna se atreva a depurarlo a fondo. La podredumbre allí reinante –tolerada desde el Palacete Municipal– tiene que ser erradicada, en defensa de las finanzas municipales, así como de la salud y de la integridad física de las personas.
No debería ser imposible sanear cuanto antes el Mercado de Abasto: solo falta la tan mentada “voluntad política”, que bien puede ser generada por la movilización de vendedores y clientes, las inspecciones regulares de la autoridad sanitaria, las oportunas participaciones de la Policía Nacional y un nuevo examen especial de la Contraloría General de la República, que eventualmente provoque la intervención del Ministerio Público. La cuestión es insistir en que se tomen medidas urgentes para poner coto a la inmundicia, al deterioro y a la corruptela, de tan larga data.