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La IV Carta al Pueblo Paraguayo leida ayer por el obispo de Caacupé, monseñor Ricardo Valenzuela, en la misa central celebrada por la festividad de la Virgen, se ocupó de varias cuestiones de suma importancia para el presente y el futuro del país. Al señalar graves problemas y proponer las respectivas soluciones, ha contribuido a centrar el necesario debate a pocos meses de unos comicios generales, en los que el electorado deberá decidir cuál es el Paraguay que anhela. Según el enjundioso documento, se trata de un tiempo de demandas ciudadanas dirigidas a quienes buscan, a toda costa, ocupar un cargo público o permanecer en él, como si su vocación de servicio fuera muy grande.
Al observar que existe un enorme afán para acceder o permanecer en un cargo público, el obispo se pregunta si es porque “es muy grande el deseo de servir” o “si la política se ha vuelto un medio ilícito para enriquecerse”, “o para proteger negocios o gestionar transacciones comerciales”. Al respecto recuerda a los electores que los cristianos están llamados a elegir autoridades que tengan una mínima credibilidad, que sean patriotas, que su historial de vida refleje espíritu de servicio, y que cimenten su programa de gobierno en un proyecto sólido, sostenible, basado en el bien común y en la transparencia.
Muy oportunamente, la carta de monseñor Valenzuela invita a los electores a que pidan a los candidatos sus opiniones sobre asuntos de singular interés, como los relativos a la tierra, la educación, la familia, Itaipú Binacional, el Instituto de Previsión Social, los indígenas. También propone indagarles sobre “qué estrategia emplearán para eliminar los grupos terroristas, con los secuestradores que matan no pocas veces con total impunidad, con los que trafican con armas o con órganos humanos”. Y también propone consultar a quienes se están postulando a los cargos públicos “qué soluciones propondrán para terminar con el azote del narcotráfico, con el nuevo flagelo del sicariato”. No menos importante, preguntar qué mecanismos emplearán para un Poder Legislativo superpoblado, “para que la Justicia sea independiente y objetiva y deje de prevaricar y vender sentencias”. Esta última pregunta cobra relevancia ante los escándalos que se vienen ventilando sobre la Justicia y que involucra a altas esferas del Poder Judicial.
“No queremos más autoridades corruptas que, sin pudor, expolian a gente indefensa sumando y haciendo crecer su riqueza mal habida. Queremos autoridades que sirvan al pueblo y no que se sirvan del pueblo”, fue otra contundente frase del obispo.
Estas obvias referencias a las próximas elecciones, y la necesidad de que la gente piense en su futuro, comenzando por elegir a las personas más idóneas para conducir al país, es porque, en cada elección, descarados facinerosos se lanzan al ruedo electoral aunque tengan la cola muy sucia, confiando en la ignorancia, la desmemoria o, duele decirlo, en las angustias económicas de la gente. Por esto es importante lo escuchado en Caacupé sobre la necesidad de informarse, en la medida de lo posible, antes de emitir el voto, cuyas consecuencias se arrastrarán por muchos años.
En última instancia, el mañana del país está en manos de los votantes. Es de desear que no sigan eligiendo a sus verdugos.