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Pese al descalabro financiero de la Municipalidad capitalina, provocado sobre todo por el notorio exceso de personal, el intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista) anunció que presentará a los concejales un pedido de reajuste salarial del 7,2% para quienes intervienen en la “parte operativa”, excluyendo a los recién beneficiados con el aumento del salario mínimo o con el correspondiente a un ascenso. No precisó el número de los eventuales favorecidos, pero desde ya resulta claro que los 8.844 funcionarios, contratados y jornaleros son una carga muy pesada para el Presupuesto.
Para evitar que este descalabro ocurra, la respectiva ley orgánica dice que las municipalidades no pueden gastar en servicios personales más del 60% de sus ingresos corrientes ejecutados, pero resulta que la de Asunción supera con creces dicho límite, porque está al servicio del clientelismo político antes que de los contribuyentes. El ingreso en el descomunal plantel de quienquiera que esté bien apadrinado es favorecido por el hecho de que allí no rige la Ley de la Función Pública desde 2013, gracias a una exitosa acción de inconstitucionalidad.
El jefe de Gabinete, Federico Mora, llegó a hablar de un “descalce financiero de graves e impredecibles consecuencias en lo que respecta a los servicios personales”, que este año consumirán 674.550 millones de guaraníes, suma a la que se agregaría la derivada del reajuste, si fuera aprobado. La Municipalidad prioriza la atención de su personal, en gran medida parasitario, en perjuicio de las obras y de los servicios públicos: las calles y avenidas llenas de baches, las aceras destrozadas, las plazas descuidadas, las basuras y el agua servida por doquier, entre otras calamidades, son la consecuencia inevitable de esa preferencia.
El intendente afirma que no se puede exigir mucho al plantel sin antes darle las herramientas necesarias, ignorando que si no las tienen es porque los desmesurados gastos rígidos perjudican los de inversión, sin olvidar los sobrecostos de la corruptela habitual. Alguna vez llegó a admitir la superpoblación de “servidores públicos”, pero alegó que los despidos masivos afectarían los servicios e irritarían a los sindicatos municipales y hasta al Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social. Al contrario, prescindir de la multitud de supernumerarios que vagan por los pasillos, si es que concurren al Palacete Municipal, tendrá un efecto positivo en los servicios a los asuncenos, entre otras cosas. El intendente se debe a los vecinos y no a los sindicatos ni al referido ministerio, de modo que haría bien en abandonar la cobardía moral. Pero esto es impensable en un momento electoral como el que vivimos, cuando la idea prevaleciente es más bien satisfacer a la clientela.
“Nenecho” también llegó a quejarse de que solo la mitad de los sujetos obligados abona sus impuestos, pero esta deficiencia es atribuible tanto a la ineficacia y a la corrupción del aparato recaudador, como a la falta del estímulo que supone apreciar los buenos resultados del cumplimiento de la obligación tributaria. Ahora quiere “demostrar que vale la pena que los contribuyentes paguen”, para lo cual no se le ocurrió nada mejor que “zonificar” Asunción, direccionando los recursos hacia donde viven quienes sí abonan. Por ejemplo, se bachearían las calles de los barrios cuyos habitantes están al día, con lo cual también ganarían los evasores, salvo que en cierta zona absolutamente todos los vecinos estén pagando. A la inversa, un frentista cumplidor no sería favorecido si sus vecinos fueran morosos: el justo pagando por los “pecadores”. La idea en cuestión es tan necia como la de no retirar de las aceras la basura de quienes adeudan el pago de la tasa correspondiente, afectando así también a los peatones y a los demás vecinos.
La gravísima situación financiera, que conduce al endeudamiento creciente y, por tanto, a una profundización de la crisis, exige no solo aumentar considerablemente la recaudación tributaria, sino asimismo –y en primer lugar– librarse del personal superfluo y bloquear el ingreso de nuevos recomendados. La Municipalidad asuncena debe optar entre atender las necesidades de la población o satisfacer a los insistentes “padrinos”, entre quienes siempre se destacan los concejales. No habrá obras ni mejores servicios mientras el Presupuesto cargue con innumerables funcionarios, contratados y jornaleros que están de más, viviendo a expensas no solo de los contribuyentes de hoy, sino también de los de mañana, que deberán soportar las deudas hoy contraídas para mantenerlos sin contraprestación alguna de su parte.