Todavía se salvan varios del infausto clan González Daher

Ramón Mario González Daher nunca habrá soñado con ser el preso número 2806 de la penitenciaría de Tacumbú, el “depósito inhumano” más poblado de la República del Paraguay. Opulento, absolutista, déspota, amo y señor de la vida y los bienes de más de un centenar de compatriotas, hizo de la usura en su forma más grave y expoliadora una forma de vida que pensó sería eternamente impune. Su poderío se paseaba por los bolsillos de compatriotas esquilmados y se lucía en el ámbito del fútbol donde llegó al máximo puesto: presidente de la Asociación Paraguaya de Fútbol (APF). Su “prestigio”, devenido de la plata proveniente de crímenes, lo catapultó a los máximos puestos de la sociedad paraguaya donde convivía como una especie de Padrino moderno. Los crímenes que cometía, lejos de ser condenados, se alimentaban de fiscales y jueces delincuentes que bailaban para el clan González Daher al compás de su dinero. Junto con su hijo Fernando González Karjallo son los primeros del clan en pisar Tacumbú para cumplir largas condenas… Pero no son los únicos.

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Aún quedan libres algunos –de los conocidos– miembros del infausto clan González Daher. Por ejemplo, no ha sido mayormente molestada Nélida Josefa Chaves, viuda de Óscar González Daher y escribana de varias de las propiedades denunciadas como despojos. Su nombre apareció varias veces inclusive en supuestas falsificaciones de hipotecas, producción de documentos no auténticos; el fiscal Ángel Ramírez llegó a ser apartado del cargo por el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados (JEM, dominado por el clan) por investigaciones contra la misma.

Tampoco aún fue molestada Delcia María Karjallo, esposa de Ramón y madre de Fernando, pese a que su nombre aparece como copropietaria de cuentas bancarias inclusive en los EE.UU. En documentos del Ministerio Público, del año 2016, se lee su nombre como copropietaria en al menos 17 movimientos financieros en bancos de plaza realizados junto a su esposo e hijo.

El más notorio de todos los que aún siguen libres es Óscar Rubén González Chaves, hijo del difunto y otrora poderoso Óscar González Daher y de la citada escribana Nélida Josefa Chaves. Si bien estuvo preso junto a su padre, hoy goza de la comodidad del dinero público como concejal de Luque, donde sigue ostentando poder y desde donde todavía, de vez en cuando, desparrama groserías a través de audios dirigidos a la ciudadanía. Óscar Rubén estuvo preso, la Cámara de Apelaciones confirmó su condena a ocho años de cárcel y el comiso de bienes por más de 30.000 millones de guaraníes. Sin embargo, este concejal luqueño planteó recursos contra los fallos y hasta ahora la Sala Penal de la Corte Suprema no se pudo integrar para estudiar las chicanas planteadas en forma de un sinfín de recusaciones contra ministros y camaristas.

Una de las piezas que movió exitosamente este engranaje de corruptela y podredumbre fue la abogada Emma González Ramos. Esta mujer fue el látigo empleado por Ramón González Daher para golpear en el Poder Judicial, donde se denunciaba a todos y cada uno de los que osaban interponerse en el camino de sus despojos. Cerca de 500 denuncias habría patrocinado la misma en nombre del usurero. En su sentencia contra el prestamista, el Tribunal dispuso remitir sus antecedentes a la Fiscalía para que la investiguen. Recientemente la fiscal Irma Llano la imputó por supuestamente manipular el sistema informático para impedir que la fiscal Sandra Ledesma tuviera acceso al expediente de González Daher. La imputación fue por los hechos punibles de frustración a la persecución penal, sabotaje por computadora y uso indebido del sistema informático. La abogada fue el brazo armado más letal y visible de los ataques coordinados por el desgraciado clan mafioso… aunque no fue la única abogada y escribana a su servicio.

Impunemente poderosos y despiadados, a los miembros del clan les bastaba con levantar el teléfono para mover todos los engranajes, de todos los poderes y a su antojo. Audios confirman cómo Ramón González Daher, con un chasquido de dedo, conseguía avión y policías para encabezar él mismo operativos transnacionales en la frontera en búsqueda de sus deudores. Su hermano Óscar González Daher, quien en vida fue influyente senador y capitoste del máximo órgano de juzgamiento de fiscales y jueces, usaba el teléfono para dictaminar la vida o la muerte civil de quienes se le oponían a él o a su clan.

En la cúspide de su poderío, les bastaba la ambición para fagocitarse empresas, fábricas, estancias, ganado y bienes inmuebles por todo el país. Según informes presentados por un perito tasador del Ministerio Público en octubre del año pasado, solo en el caso de Ramón González Daher se encontraron bienes patrimoniales por valor de unos 23.000.000 de dólares, en un listado de 141 inmuebles desparramados por todo el país.

Amparados por el Partido Colorado que se nutrió de su dinero, el funesto clan González Daher sembró terror, injusticias e impunidad durante mucho tiempo. Sus integrantes creyeron que la plata y el poder podrían blindar eternamente sus crímenes de lavado de dinero, enriquecimiento ilícito, tráfico de influencias y denuncias falsas con las que lograron durante mucho tiempo someter a familias de todo el país. Sin embargo, estos roedores de la democracia paraguaya –igual que otros que siguen vivos fagocitándose todo– siempre debieran recordar que no hay mal que dure cien años… ni República del Paraguay que lo resista.

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