El polvorín del Mercado 4 sigue amenazando a la población

El Mercado N° 4 de Asunción es un viejo escenario de continuos siniestros, porque las autoridades competentes y los comerciantes allí ubicados no toman las medidas idóneas para prevenirlos. La vida y los bienes de las personas están allí cada día en peligro, pero nada serio se emprende para poner fin al caos provocado, desde hace décadas, por la corrupción y la negligencia evidentes. Los incendios acaecidos han dado lugar a lamentos o promesas que pronto se olvidan para que todo siga igual, esto es, para que la trágica historia se repita al cabo de algún tiempo. Allí no corren peligro solo los permisionarios y los compradores que acudan a sus locales, sino también el populoso vecindario.

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El Mercado Municipal N° 4 de Asunción es un viejo escenario de continuos siniestros, porque las autoridades competentes y los comerciantes allí ubicados no toman las medidas idóneas para prevenirlos. La vida y los bienes de las personas están allí cada día en peligro, pero nada serio se emprende para poner fin al caos provocado, desde hace décadas, por la corrupción y la negligencia evidentes. Los incendios acaecidos han dado lugar a lamentos o promesas que pronto se olvidan para que todo siga igual, esto es, para que la trágica historia se repita al cabo de algún tiempo. Cuando tras el fuego del 3 de noviembre de 2021, Juan Villalba asumió el puesto de director general del Mercado N° 4 y de los Mercados Zonales, el mismo anunció que se instalaría un sistema perimetral de prevención de incendios, que el cuerpo de bomberos de la Policía Nacional tendría un sitio para instalar un cuartel y que las calles y veredas irregularmente ocupadas serían despejadas.

Sin embargo, luego del reciente siniestro que afectó a 160 vendedores de la Feria Aragón, tres asociaciones de comerciantes exigieron que el director general abandone el cargo, pues la expansión del siniestro sería atribuible a su irresponsabilidad. También dijeron que sus miembros dejarían de pagar el canon, el impuesto o la patente comercial, en protesta por no recibir ninguna contraprestación municipal. El hecho de que, una vez más, los camiones de bomberos no hayan podido ingresar hasta la zona incendiada porque aceras y calles siguen ocupadas por casillas, es atribuible a la desidia o a la corruptela de siempre. Resulta obvio que las vías públicas deben estar siempre abiertas, no solo para el tránsito de peatones o de vehículos particulares, sino también para el de ambulancias o camiones hidrantes.

No parece entenderlo así la Municipalidad, al permitir que, a cambio de una suma de dinero para sus arcas o para el bolsillo de sus funcionarios, permite que vendedores desaprensivos bloqueen espacios públicos, ignorando derechos de terceros y el simple sentido común. Cuando surge alguna contrariedad que concierne a órganos estatales o municipales, las autoridades respectivas acostumbran a deslindar responsabilidades, atribuyéndolas a otras. Se tiran la pelota, como se dice, para que las cosas terminen en el “oparei”. En esta ocasión, el intendente Óscar “Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista) se apresuró a culpar a la Administración Nacional de Electricidad (ANDE). Por supuesto, al final no habrá culpables y las cosas seguirán igual... hasta el próximo incendio.

El citado Juan Villalba se lavó las manos, alegando que la fiscalización de los sistemas de prevención de incendios dentro del mercado compete a la Municipalidad –aludiendo quizás a la Dirección de Prevención de Incendios– y no a la Dirección General que él encabeza. Por su parte, el responsable de la mencionada oficina relacionada con los Incendios, Alejandro Buzó, dijo que la Feria Aragón tenía “las medidas mínimas requeridas”, de lo que no se desprende necesariamente que sus equipos contra incendios estaban en funcionamiento. En fin, como se ve, hay una maraña de dependencias pero nadie quiere responsabilizarse del desastre.

En mayo de 2020, la Contraloría General de la República constató allí la “falta de ordenamiento y de una planificación adecuada”. Pues bien, pasaron más de dos años y el Mercado Municipal N° 4 sigue siendo una bomba de tiempo que puede estallar en cualquier momento, no pudiendo descartarse que algo peor pueda venir.

Los asuncenos no deben seguir tolerando la permanente amenaza que supone que en medio de la ciudad haya, en palabras del jefe de Gabinete de la Municipalidad, Federico Mora, “un escenario de décadas, creado con anuencia de las administraciones”. Incluyendo la actual, desde luego, y siempre con la complicidad de concejales variopintos, que se han venido sucediendo para ubicar también a su voraz clientela. Allí no corren peligro solo los permisionarios y los compradores que acudan a sus locales, sino también el populoso vecindario. La Justicia debe caer con su peso sobre los responsables –o “irresponsables”– de este peligroso polvorín.

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