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Como todos los años, la Municipalidad de Asunción resolvió el miércoles endeudar a los contribuyentes para pagar los sueldos y las remuneraciones adicionales de su descomunal plantel de funcionarios, contratados y jornaleros. Ahora contraerá dos préstamos, por un valor total de 250.000 millones de guaraníes, gracias al voto de diecisiete de los veinticuatro concejales, que aceptaron tratar un dictamen de la Comisión de Hacienda recibido en plena sesión, pese a que debía ser entregado hasta las 13:00 del lunes, según el reglamento interno de la Junta Municipal. Es que a la Intendencia le habría urgido el tratamiento de la cuestión porque, de lo contrario, no se podrían pagar los emolumentos, que esta vez serán más elevados: el calendario electoral obliga a beneficiar a la clientela a costa de los vecinos, necesidad esta que puede incluir la incorporación de más “trabajadores”, como si los 8.844 de hoy fueran insuficientes. Tanto el intendente como los concejales aludidos se mofaron una vez más de sus representados, hipotecando la ciudad capital.
La Municipalidad ya está en quiebra, pero el “bicicleteo” continúa y el endeudamiento crece; al decir del director financiero Edwin López, “la canilla se rompió ahora” pero aún no se sabe muy bien qué hacer para repararla. Al intendente Óscar ‘’Nenecho” Rodríguez (ANR, cartista), que en dos años sextuplicó el déficit acumulado hasta alcanzar ¡485.989 millones de guaraníes!, no tuvo mejores ideas que la de incrementar la deuda emitiendo bonos por 550.000 millones de guaraníes y la de achicar el patrimonio municipal subastando diez hectáreas en la Franja Costera: la primera ya fue aprobada por los ediles y la segunda aún se halla en estudio.
En la misma sesión en la que decidieron agravar la crisis financiera, los concejales se ocuparon de la escasa recaudación y recordaron a medias el caso del consorcio TX (TX Panamá y Gaudí SA), contratado en 2019 por diez años para administrar un nuevo sistema de gestión tributaria y catastral: el consorcio informó ese año que, entre 2014 y 2018, la Municipalidad había dejado de cobrar unos 630.000 millones de guaraníes anuales, solo en concepto de impuesto inmobiliario y tasas especiales no prescritos. Entre otras cosas, también reveló que en Asunción había 42.128 carteles, de los cuales solo mil estaban registrados, lo que suponía que cada año se dejaba de recaudar unos 8.500 millones de guaraníes. En síntesis, el documento señaló que la capital podía mejorar su infraestructura por sí sola, percibiendo las sumas no ingresadas. El contrato fue rescindido por la Municipalidad el mismo año en que fue firmado, debido a “la inconsistencia del sistema (de administración tributaria integral), al no poder liquidar de forma correcta los tributos de la ciudadanía”. El consorcio reclamó una indemnización de quince millones de dólares, por trece meses de servicios y valores invertidos. Finalmente, se llegó a un acuerdo, olvidado por los ediles, en virtud del cual la Municipalidad compró por 43.000 millones de guaraníes un “producto” que sería técnicamente válido: ¡solo fue mal implementado! El perdedor, como siempre, el contribuyente asunceno.
Todo habla de la persistencia del serio problema, atribuible a la negligencia, a la ineptitud o a la corrupción. El intendente Nenecho se ha borrado y pone a dar la cara a su jefe de Gabinete, Federico Mora. Un informe elaborado en el seno de la propia Municipalidad expresa que “resulta imperioso poner de manifiesto el estrés al que se halla sometido el Presupuesto” y que el constante aumento de los gastos ha ocasionado “un descalce financiero de graves e impredecibles consecuencias, principalmente en lo que respecta a los servicios personales”, que este año consumirán, por de pronto, 674.550 millones de guaraníes. He aquí una cuestión de suma relevancia que, mientras no sea abordada con la mayor firmeza, seguirá lastrando las finanzas y alentando el endeudamiento. Claro que hay que combatir la corrupción y la evasión impositiva, pero el descalabro continuará mientras la Intendencia siga teniendo un asalariado por cada 60 habitantes y la Junta Municipal, 54 por cada uno de sus veinticuatro miembros. Como si fuera poco, ese apabullante exceso de personal no impide que la Municipalidad importe comisionados de otros organismos, retribuyéndoles con ingresos adicionales.
Allí se dan un festín con el dinero público, mientras los pobladores y los visitantes de Asunción deben transitar por calles destrozadas, andar por veredas rotas, eludir basuras acumuladas y observar plazas invadidas o abandonadas. El salvataje financiero se torna cada día más urgente, pero el intendente y la mayoría de los ediles se esfuerzan por impedirlo, pese a las advertencias desde dentro de la propia institución. Los asuncenos deben ser conscientes de que se les está metiendo la mano en los bolsillos, directa o indirectamente, en beneficio de unos aprovechados, con el aval de unos ediles que traicionan la confianza del electorado.