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Eletrobras es un conglomerado de ocho centrales eléctricas que está en proceso de completa privatización, para lo cual delegó previamente en ENBpar todo aquello que no es pasible de ser transferido al sector privado, como Itaipú. En adelante será ENBpar la que contrate a precio de costo la energía generada por la binacional y la subaste a precio mayorista entre los aproximadamente 150 operadores, la mayoría privados, que distribuyen electricidad en el desmonopolizado mercado brasileño, a los que se sumará Eletrobras como uno más.
Paraguay debería hacer lo propio sin pérdida de tiempo. Similarmente, tendría que crear un organismo que contrate la energía paraguaya de Itaipú a precio de costo (dicho sea de paso, cuanto menor sea la tarifa, mejor), transfiera a la ANDE lo necesario para el abastecimiento doméstico y subaste el resto a precio mayorista entre esos mismos 150 distribuidores o cualquier otro interesado, para que le queden a Paraguay, y no a Brasil, las diferencias que legítimamente le corresponden por la comercialización de sus excedentes.
Para esto no se requiere ningún permiso de nadie ni esperar la renegociación del Anexo C. Las deudas están saldadas (con creces), Itaipú ya está amortizada, el despojo que ha sufrido nuestro país en el pasado es irremediable, a lo sumo le debe servir para no volver a firmar un tratado tan desventajoso, pero lo que hace con su 50% es una decisión soberana del Paraguay y de nadie más.
En primer lugar, tal como lo ha hecho Brasil y pretende seguir haciéndolo, nuestro país debe utilizar al máximo esta extraordinaria fuente de electricidad limpia y barata producida por el río Paraná en su propio desarrollo, para incentivar inversiones, apuntalar el crecimiento, crear oportunidades y fuentes de trabajo en Paraguay. La ANDE tiene mucho que responder al respecto. Es inconcebible que después de casi 40 años desde que comenzó a generar Itaipú, y más de 25 desde que empezó a generar Yacyretá, menos del 20% de la matriz energética nacional sea eléctrica.
Pero la realidad es que durante un buen tiempo Paraguay todavía no va a poder consumir internamente todo su 50%. Lo lógico y natural, entonces, es que coloque sus excedentes a precios de mercado, como haría cualquiera. Así como Eletrobras antes y ENBpar ahora revenden a operadores privados la energía de Itaipú, incluida la parte paraguaya sobrante, lo mismo tiene que hacer Paraguay con lo que le queda de su mitad y que hoy cede por una ínfima compensación a su socio. Y así como Brasil en la última reunión del Consejo presentó una nueva empresa que se encargará de esas operaciones, casi como una cuestión de simple cortesía, de la misma manera Paraguay tiene que crear su propio organismo y comunicar que, de ahora en más, la energía paraguaya la venden los paraguayos para los paraguayos.
Nada hay en el Tratado ni en sus anexos que lo impida, pero, para concretarlo, aún hay mucho por hacer. Obviamente hay que llevar adelante conversaciones diplomáticas para poder acceder al mercado eléctrico brasileño, pero ello no debería ser un problema insalvable, primero porque Brasil tiene la demanda y necesita esa energía, y segundo porque no se puede oponer a algo que él mismo hace y que, por lo demás, es práctica común en el mundo de hoy. También hay que adecuar el marco legal e institucional, crear el organismo operador, establecer las reglas del juego y los mecanismos de supervisión y, no menos importante, hacerse asesorar por expertos internacionales en convocatorias de subastas de energía.
Lo que sea, hay que hacerlo rápido. En diciembre se hacen en Brasil los llamados “leilões” para colocar la energía de Itaipú de todo 2023. Si para entonces Paraguay no está listo, una vez más se dejará ganar de mano en detrimento de sus recursos y habrá desperdiciado la propicia oportunidad de hacerlo coincidir con la privatización de Eletrobras y el traspaso a ENBpar. Después, puede que sea tarde. Si el Gobierno y los políticos priorizaran los grandes intereses nacionales y no solo sus respectivas campañas electorales, puede que no todo esté perdido, pero es difícil hacerse ilusiones.