La “Concertación” debe buscar la redención del Paraguay

Doce partidos y diez movimientos políticos opositores –a los que se acaba de sumar el conglomerado Frente Guasu– recurrieron al modelo de la “concertación” para pugnar en las próximas elecciones generales. Desde ya, es plausible que se unan para enfrentar al Partido Colorado, en el Gobierno desde hace más de siete décadas, salvo una breve interrupción, cuyo control del aparato estatal le otorga de hecho una notable ventaja, pese a tan notorios desmanejos gubernativos. Quienes en verdad pretenden quebrar la hegemonía colorada por el bien del país deben hacer todo lo posible para salvar sus discrepancias, acordar unas directrices gubernativas y tener el propósito veraz de ejecutarlas.

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A diferencia de la “alianza”, que es un pacto político que caduca una vez que la Justicia Electoral haya declarado el desenlace de los comicios que la motivaron, la “concertación” es una organización político-electoral creada por dos o más partidos o movimientos políticos para participar en unas elecciones y formar luego un Gobierno, mediante candidaturas para todos o algunos de los cargos nacionales, departamentales o municipales. Y bien, doce partidos y diez movimientos políticos opositores –a los que se acaba de sumar el conglomerado Frente Guasu– recurrieron a este modelo para pugnar en las próximas elecciones generales, lo que implica que no solo aspiran a una victoria comicial, sino también a gobernar de común acuerdo, al menos desde el Poder Ejecutivo. Por de pronto, presentarán una candidatura conjunta para la Presidencia y la Vicepresidencia de la República, quedando abierta la posibilidad de que lo mismo ocurra con respecto a las Gobernaciones departamentales, según el interés de los aspirantes a ejercerlas; la concertación no se extendería a las candidaturas al Congreso.

Desde ya, es plausible que se unan para enfrentar al Partido Colorado, en el Gobierno desde hace más de siete décadas, salvo una breve interrupción, cuyo control del aparato estatal le otorga de hecho una notable ventaja, pese a tan notorios desmanejos gubernativos. Además, su gran vocación de poder, exhibida desde 1947 y no afectada por sus disputas internas ni por la citada breve discontinuidad de 2008-2013, obliga a las otras agrupaciones políticas a aunar fuerzas para enfrentarlo con éxito, ahora también con el fin de combatir al crimen organizado que se está adueñando del país. Es deseable, por tanto, que cada una de ellas renuncie a cualquier cálculo mezquino y se sume a un esfuerzo indispensable para intentar redimir a los paraguayos no solo de la mafia y de la corrupción feroz, sino también de las miserias educativas y sanitarias, así como de la inseguridad creciente, entre otros males tan conocidos.

En el acto de la firma de la concertación hubo un par de llamativas ausencias, que motivaron a la diputada Rocío Vallejo (PQ) a señalar con tino cuanto sigue: “Solamente todos los opositores juntos podremos mirar hacia adelante para cambiar el estado de cosas en el Paraguay. No es el momento de egos, ojalá y quienes están fuera de la concertación se unan y podamos soñar con un país mejor”. Este elocuente mensaje insta a dejar de lado la politiquería –de tan cortas miras– y ponerse al nivel de las demandas de una sociedad castigada por calamidades varias; también implica librarse del rencor y del odio que marcan el “internismo” tan nocivo, sobre todo en el principal partido opositor.

En el evento referido, los oradores dieron un comprensible énfasis a los flagelos del crimen organizado y la malversación que, ciertamente, deben ser combatidos con toda energía, en defensa del bien común atacado con asesinatos y latrocinios reiterados. Empero, es de subrayar que se trata de una condición necesaria, pero no suficiente para ejercer un buen gobierno: también es preciso tener ideas claras acerca de lo que hay que hacer desde el Estado en cuanto a políticas públicas, como las que atañen a la economía, la salud, la educación, la seguridad y las relaciones exteriores. Ello supone el laborioso proceso de concebir un programa gubernativo que resuma –sin contradicciones lógicas– los postulados de los integrantes de la concertación: no será fácil, dada la amplitud del arco opositor, pero habrá que empeñarse con toda seriedad en ofrecer al pueblo algo muy distinto del habitual palabrerío. Desde luego, el más elemental sentido de la responsabilidad exige no prometer convertir al Paraguay en un paraíso, sino fijar objetivos realistas y, por ende, sinceros.

Es de toda evidencia que dicho documento debe trascender el papel, esto es, tiene que ser ejecutado si sus autores llegan al Gobierno el 15 de agosto de 2023. Por tanto, es preciso que los “concertados” se comprometan consigo mismos y con la ciudadanía a llevar a cabo lo que se han propuesto, y no solo piensen en conseguir el mayor espacio posible para ubicar en él a los paniaguados de siempre y mantener las perjudiciales “bancaditas” que solo pugnan por sus propios beneficios.

Desear una exitosa “concertación” no significa estar contra el Partido Colorado, sino apelar a la tan necesaria alternancia. Si quienes hoy buscan la unidad ganan las elecciones pero realizan un pésimo Gobierno, en las siguientes elecciones probablemente la prensa y la opinión pública podrían estar destacando las cualidades, por qué no, de candidatos colorados si estos aparecen como mejores opciones que los de la oposición.

Puede que un impactante eslogan y unos candidatos atractivos basten para ganar unas elecciones, pero para regir un país hace falta saber qué realizar y tener la firme voluntad de llevarlo a cabo, dentro del marco de la Constitución y las leyes. En un informe dirigido en 1777 al Rey de España, el gobernador Agustín Fernando de Pinedo escribió: “El Paraguay, Señor, necesita redención”; la sigue necesitando, de modo que quienes en verdad pretenden quebrar la hegemonía colorada por el bien del país deben hacer todo lo posible para salvar sus discrepancias, acordar unas directrices gubernativas y tener el propósito veraz de ejecutarlas: no es poco, pero imprescindible si se quiere forjar una sociedad mejor. La cuestión no es conquistar un puesto, sino contribuir al bienestar general con honestidad, inteligencia y entusiasmo.

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