Marito se sigue burlando de la ciudadanía

El Paraguay está pasando por un momento crucial de su historia en lo que se refiere al combate contra la corrupción y el crimen organizado, entre otras cosas. Era de pensar que en estas circunstancias la máxima autoridad del Poder Ejecutivo recurriría a los mejores recursos humanos y técnicos con que cuenta nuestro país, en busca de resultados auspiciosos. Pero he aquí que el presidente Mario Abdo Benítez sorprendió a la ciudadanía al apelar nuevamente a cuestionadas figuras para conformar su Gabinete, en el caso de unos cambios realizados. “Mboka garrótere” (cambiar un fusil por un garrote), como se dice en nuestro idioma nativo, imaginamos que ante la perspectiva de un combate. Algunos de los recién nombrados han reconocido que no conocen nada de las funciones que van a asumir.

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El Paraguay está pasando por un momento crucial de su historia en lo que se refiere al combate contra la corrupción y el crimen organizado, entre otras cosas. Era de pensar que en estas circunstancias la máxima autoridad del Poder Ejecutivo recurriría a los mejores recursos humanos y técnicos con que cuenta nuestro país, en busca de resultados auspiciosos. Pero he aquí que el presidente Mario Abdo Benítez sorprendió a la ciudadanía al apelar nuevamente a cuestionadas figuras para conformar su Gabinete, en el caso de unos cambios realizados. “Mboka garrótere” (cambiar un fusil por un garrote), como se dice en nuestro idioma nativo, imaginamos que ante la perspectiva de un combate.

Se recordará que el actual presidente del Consejo del Instituto Paraguayo del Indígena (INDI), el exconcejal y exjefe de Gabinete de la Municipalidad de Asunción, Omar Pico, confesó su ineptitud para ocupar el cargo: “Yo no sé nada de este negocio”, dijo con brutal sinceridad. Había reemplazado a Édgar Olmedo, el exconcejal departamental y municipal y exintendente de Coronel Oviedo, que, para no ser menos, exhibió también ayer su franqueza como flamante ministro de Justicia: “No tengo experiencia en organismos de seguridad”, pero espera adquirirla por el camino gracias a los asesores, que “para eso están”. Cabe preguntar: ¿qué va a pasar si los asesores de esos ministerios son también ignorantes o inútiles y no están en condiciones de darle las orientaciones necesarias para el cargo que, era de esperarse, debía conocer? ¿No conoce Marito a alguien que de antemano asegure al menos idoneidad para el cargo? Realmente vergonzoso lo que está ocurriendo.

El nuevo ministro del Interior, Federico González, exembajador, excanciller, exasesor de la Presidencia de la República en Asuntos Estratégicos y exdirector general interino de Itaipú Binacional, no se ha manifestado acerca de su idoneidad o de la falta de ella, pero es presumible que no sea un experto en seguridad interna. De entrada, es imposible olvidar su cuestionada actuación en el caso de la entreguista Acta Bilateral firmada con Brasil sobre Itaipú, que fue abortada gracias al repudio ciudadano.

Da la impresión de que para Marito la capacidad para ejercer una determinada función es irrelevante, o de que para él cualquier colorado la tiene por el solo hecho de serlo. Si bien para ser ministro del Poder Ejecutivo no hace falta someterse a ningún examen, dado que, según la Constitución, basta con tener la nacionalidad paraguaya natural y al menos veinticinco años de edad, es obvio que no por ello se debe elegir a un analfabeto amigo o correligionario para que sea ministro de Educación y Ciencias. Pero Marito parece haberse quedado en aquella época de la dictadura en que un presidente de seccional quería nombrar como director de una escuela a un corregilionario que, si bien no sabía leer ni escribir, “ipaciencia la mitãre”, es decir, tenía paciencia con los chicos. Solo así se pueden entender sus últimas designaciones, en que los elegidos admiten descaradamente que no conocen lo que deben hacer en el puesto.

El criterio de asignar cargos según la lealtad personal y los votos que, en algunos casos, puedan aportar o hayan aportado los ungidos, tan propio de la politiquería criolla, perjudica al país y al gobernante que aspira a cumplir un buen papel. No está de más incurrir en perogrulladas como estas, pues uno de “los infortunios del Paraguay” consiste en que los cargos públicos sirven de moneda de cambio, sobre todo poco antes y poco después de unas elecciones, sin que se atiendan las cualidades personales ni la exigencias del puesto. La campaña electoral interna de la ANR ya se ha desatado, de modo que no debe sorprender que los nombramientos de Omar Pico y de Édgar Olmedo estén ligados a la candidatura del vicepresidente de la República Hugo Velázquez. Como la tentación de recurrir al Presupuesto nacional para apoyar las pretensiones de cierto sector habrá de ser muy grande, es probable que la idoneidad exigida de hecho sea la de saber emplear para el efecto los recursos humanos y materiales de un organismo. Los indígenas ya tuvieron la desdicha de que el INDI haya sido dirigido por el señor Olmedo y ahora deben soportar la gestión del señor Pico. En cuanto al calamitoso sistema penitenciario, estará ahora en manos quien irá aprendiendo por el camino, con la ayuda de sus “asesores”, y quien en su gestión al frente de la entidad indigenista desde octubre de 2019 no ha solucionado ni los más elementales problemas que están a la vista: los nativos continúan sobreviviendo miserablemente en lugares públicos, mendigando alimentos y cerrando calles y rutas cuando se les antoja.

De la tremenda inseguridad reinante y el combate al desbordante avance del crimen organizado se ocupará Federico González, alguien que en el campo académico y en el de la administración pública siempre se ocupó de las relaciones internacionales, salvo entre 1986 y 1992, cuando fue funcionario judicial. ¿Podría cumplir bien sus nuevas funciones, considerando sus antecedentes? Si a ello se agrega su actuación en el caso de la repudiable Acta Bilateral, no es para despertar el entusiasmo ciudadano. Deseamos equivocarnos. Por de pronto, el señor González no creyó oportuno admitir su ignorancia en cuanto a los asuntos de su nueva cartera, limitándose a vaguedades tales como la de “dar continuidad a lo bueno y trabajar en lo que se pueda mejorar”, demostrando así su tacto “diplomático”.

En fin, un par de desatinos más, en materia de nombramientos, de parte de Marito. En un Gobierno en serio, no se puede ir ganando experiencia a costa de la gente, sino de saber desde un principio qué se debe hacer y de qué manera para mejorar su bienestar. Basta de experimentos; el pueblo paraguayo es paciente, pero ha demostrado que no tolera que se le burlen por tanto tiempo.

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