Mitic, un exitoso fracaso

La pandemia del covid ha confirmado todas las peores sospechas sobre uno de los millonarios e inservibles inventos de Mario Abdo Benítez: el Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Mitic), actualmente a cargo de Fernando Saguier. Este adefesio con rango de superministerio fusionó en el 2018 dos áreas claves para el desarrollo: las comunicaciones y la tecnología. Lo deplorable es que ni lo uno ni lo otro han logrado desarrollarse de la mano de esta estatal que solo ha conseguido consumir groseras sumas de dinero: desde sus inicios, el Mitic ha demostrado ser un exitoso fracaso.

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La pandemia del covid ha confirmado todas las peores sospechas sobre uno de los millonarios e inservibles inventos de Mario Abdo Benítez: el Ministerio de Tecnologías de la Información y la Comunicación (Mitic), actualmente a cargo de Fernando Saguier. Este adefesio con el rango de superministerio fusionó en el 2018 dos áreas claves para el desarrollo: las comunicaciones y la tecnología. Lo deplorable es que ni lo uno ni lo otro han logrado desarrollarse de la mano de esta estatal que solo ha conseguido consumir groseras sumas de dinero: desde sus inicios, el Mitic ha demostrado ser un exitoso fracaso.

En el gran viacrucis de la pandemia a nivel nacional, con enfermos contagiándose de a miles y con muertos cayendo por centenas, el Mitic se cuasi paralizó, pese a que nunca le dejó de chorrear el dinero. Para el 2020, año en que la pandemia inició su avance en Paraguay, le llegaron a asignar unos 240.000 millones de guaraníes; para el 2021 contraatacaron con la friolera de 354.548 millones y para el año que viene le presupuestaron más de 305.000 millones. Escandalosas cifras en años de pandemia sin ningún resultado comunicacional.

En la misma proporción en que subía la cantidad de enfermos y muertos por el covid, bajaba su presencia. Los pocos mensajes que salieron del Gobierno fueron paridos con el ingenio de algunos comunicadores de ministerios y entes públicos. El esfuerzo por instruir en medio de la enfermedad y la muerte fueron un barco a la deriva que con frecuencia sucumbía; no había ninguna política informativa, no había estrategia: el Mitic estaba ausente y sin aviso, algo inadmisible en medio de una pandemia.

Era tan catastrófica la orfandad en comunicación que el 30 de agosto del 2020, un editorial de nuestro diario llamó la atención sobre el fracaso del Mitic. Nuestra postura sobre su inutilidad no es nueva y los hechos ocurridos solo nos han dado la razón. En esa oportunidad hacíamos notar que las políticas del superministerio no es que fueran malas, mediocres, insuficientes o inútiles: ¡simplemente no existían! Más de un año después de que señaláramos la torpeza e invisibilidad del Mitic, todos los temores se cumplieron: nuestro país nunca logró articular una campaña –por más primitiva que fuera– de prevención, de sensibilización y de concientización contra la mortífera pandemia.

Esta agencia estatal devenida en superministerio no solo no ayudó sino que además estorbó. Cual elefante en cristalería llegó al punto de prohibir difundir informaciones sin pasar por esa dependencia, como si con ello pudieran justificar sus grandes fondos.

El Mitic ha sido el Ministerio con uno de los proyectos más ambiciosos en materia de tecnología: la historia de los 130.000.000 de dólares del BID para una agenda digital fue solo eso, una historia. En el 2020 ya debían haber estado instalados centros de datos, conectividad para un centenar de hospitales públicos y los trámites ciudadanos hubieran sido solo gestiones informáticas. Llegaron a prometer hasta servicios de internet más barato, interconectar escuelas y, si hubieran hecho lo suyo, maestros y alumnos no hubieran atravesado la oscuridad de la educación virtual.

El Mitic ha desperdiciado la brillante oportunidad de demostrar que todos estábamos equivocados sobre su ineficiencia. El ente ratifica aún más su incompetencia contratando una millonaria campaña de 5.000 millones de guaraníes para que el sector privado haga lo que sus funcionarios pagados con dinero del contribuyente debían hacer según su presupuesto. Parecerá una perogrullada, pero el Mitic pagará para que –tardíamente– una agencia privada comunique lo que su titular y sus funcionarios en un año y ocho meses no supieron ni pudieron comunicar.

Los fondos para que el Mitic disfrace su inutilidad y su carencia de protagonismo saldrán de Petropar, la petrolera que bajo las órdenes de su extitular Patricia Samudio ya habría malversado anteriormente millones de guaraníes en agua tónica y tapabocas de oro, en plena pandemia. Es también la misma petrolera que bajo las órdenes de su actual titular, Denis Lichi, y mientras subían los contagios y los muertos, pidió al Ministerio de Hacienda que le transfiriera 48.000 millones de guaraníes para pagar en secreto un acuerdo con una empresa argentina con la que tiene un largo litigio.

Con tales antecedentes, el despilfarro que se avecina es, además de un mal uso de fondos estatales, la corroboración pública del estrepitoso fracaso en la concienciación e información por parte del superministerio. Es grotesco que la única salida comunicacional que se le está ocurriendo a Marito sea pagar por hacer un poco más de lo que el sector privado de las comunicaciones en Paraguay ya ha estado haciendo, y gratis. Mientras el país ha empezado a entrar en una inevitable tercera ola del virus mortal, el Gobierno ha perdido valioso tiempo para hablar de ciencia y construir conciencia ciudadana.

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