Repugnante exhibicionismo de impunidad

El presidente Mario Abdo Benítez y el líder de Honor Colorado, Horacio Cartes, se fotografiaron con carenciados concurrentes a los remanidos actos en los que repiten su “abrazo republicano”, el último en Ybycuí, uno de los tantos que se han dado en los últimos tiempos. Marito sabe que se abraza rutinariamente, desde que traicionó al electorado que le dio la candidatura presidencial colorada para 2018, con “el mayor contrabandista que tiene el Paraguay”, según lo dijo durante el 2016 y 2017 en sus discursos. Cartes se abrazó sin problemas con Rodolfo Friedmann, a quien sus medios acusaban sin tregua de “ladrón de desayunos escolares” y de “senador mau”, quien, a su vez, se abrazó sin problemas con Cartes, a quien acusó, en funciones de investigación parlamentaria, de ser “el mayor lavador de dinero del Paraguay”. Y así, existen otros muchos casos que no son otra cosa que un repugnante exhibicionismo de impunidad.

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Una caricatura política argentina reflejó muy bien lo que ocurre con frecuencia en la política en épocas electorales, y por extensión en el Partido Colorado, hoy en el Gobierno de la República: un sonriente candidato bien trajeado se abrazaba con gente pobre para pedirles sus votos. Pero tan pronto llega a su casa, asqueado, se saca su costosa vestimenta, la pone en la punta de un palo y la quema en una hoguera.

¿Habrán hecho lo mismo el presidente Mario Abdo Benítez y el líder de Honor Colorado, Horacio Cartes, después de fotografiarse con carenciados concurrentes a los remanidos actos en los que repiten su “abrazo republicano”, el último en Ybycuí, uno de los tantos que se han dado en los últimos tiempos? Ellos y los candidatos del Partido Colorado a los cargos municipales que los paraguayos elegiremos el próximo 10 de octubre.

Marito sabe que se abraza rutinariamente, desde que traicionó al electorado que le dio la candidatura presidencial colorada para 2018, con “el mayor contrabandista que tiene el Paraguay”, según lo dijo durante el 2016 y 2017 en sus discursos.

Cartes se abrazó sin problemas con Rodolfo Friedmann, a quien sus medios acusaban sin tregua de “ladrón de desayunos escolares” y de “senador mau”, quien, a su vez, se abrazó sin problemas con Cartes, a quien acusó, en funciones de investigación parlamentaria, de ser “el mayor lavador de dinero del Paraguay”.

En estos “abrazos republicanos” también suele participar gente de repudiable currículum, como Javier Zacarías Irún, Ulises Quintana, con un proceso judicial a cuestas y candidato a intendente de Ciudad del Este; Miguel Cuevas, Bernardo “Lalo” Villalba y otros “próceres” del coloradismo, entre los que aparece también Oscar Rubén González Chaves, hijo de Oscar González Daher, condenado en primera instancia por varios delitos y que se presenta como candidato a concejal en Luque.

Recientemente, el mismo ministro del Interior, Arnaldo Giuzzio, estuvo sentado en un acto político casi al lado de Freddy D’Ecclesiis, a quien, en 2014, cuando era diputado, vinculó con el narcotráfico en una comisión del Senado. En esa ocasión, fue el mismo Giuzzio quien presentó la denuncia contra él y otros legisladores ante el Ministerio Público.

El propio Javier Zacarías Irún, cuando Cartes era candidato presidencial, también lo relacionó con el narcotráfico, y lo acusó de “querer alquilar el Partido Colorado y el Palacio de López” para proteger sus empresas y sus negocios particulares.

Y estos, y los candidatos colorados, se confunden en los famosos “abrazos republicanos”, que no son otra cosa que un repugnante exhibicionismo de impunidad, con el que los integrantes de la Asociación Nacional Republicana abofetean al pueblo paraguayo confesando que no tienen principios ni moral, y que por el poder son capaces de pasar por alto cualquier crimen, cualquier delito, cualquier desfalco, cualquier trapisonda de los que son el sello de la gestión pública del Partido Colorado.

Los “abrazos republicanos”, cínicamente disfrazados con supuestas antipatías personales, confirman a todos los que van a votar en las elecciones municipales del 10 de octubre que el Partido Colorado está unido y decidido a continuar en su propósito de pudrir enteramente la vida pública, de mantener la corrupción que impide el desarrollo, de aplastar cualquier intento del pueblo de ensayar alguna alternativa a tanta desfachatez y a tanta deshonestidad, convirtiendo los intereses nacionales, los cargos y las recaudaciones del Estado en un botín sometido al más brutal saqueo, ante la mirada cómplice o a la débil intervención del Ministerio Público y de la Justicia, sometidos a ellos.

El Partido Colorado, en las condiciones en que se encuentra ahora, confirma con los “abrazos republicanos” que se prodigan impúdicamente sus capos, que no es la solución, sino el problema, y que nada podrá remediarse si sus integrantes, quebrados moralmente, vuelven a ser elegidos.

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