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Los afiliados a los partidos y grupos políticos de nuestra República están convocados hoy a desarrollar la primera fase de las elecciones municipales, las internas simultáneas de las asociaciones para que sus integrantes elijan por voto directo a sus candidatos a intendentes y concejales.
El Partido Liberal Radical Auténtico (PLRA) también elige hoy a sus administradores y lo propio debía hacer la Asociación Nacional Republicana (ANR), pero sus líderes dominantes resolvieron violar los artículos 17, 20 y 22 de su propio Estatuto y el artículo 32 inciso e del Código Electoral para prolongar, sin mandato popular, la continuidad de sus delegados, que les favorece en forma particular.
Hay que señalar, sin embargo, que los dos partidos tradicionales, PLRA y ANR, son los únicos que en realidad tienen competencia democrática interna, aunque ahora los colorados vean restringidos sus derechos internos. Los dos grandes partidos son contrapunto de grupos políticos que se forman para promocionar candidaturas, sin base suficiente para constituirse en alternativas de cambio.
Las circunstancias de esta elección están signadas por las dificultades generadas por la pandemia del covid, agravadas por la corrupta incompetencia del Gobierno de Mario Abdo Benítez, lo que desalentará la participación electoral contra la cual los caciques políticos gobernantes han desplegado toda su artillería de miedo.
No les conviene que el pueblo vote porque temen la merecida paliza que está en ciernes.
Nuestro sistema electoral de listas cerradas bloqueadas, cuya derogación y reemplazo se probará ahora, permitió secuestrar demasiadas candidaturas para las mafias que requieren del Estado para prosperar. Las listas cerradas bloqueadas permitían a los caciques políticos entregar cupos en sus dedocráticas listas a dichas mafias a cambio de ingentes recursos malhabidos.
Así fue que nuestro Congreso, nuestras gobernaciones, nuestros municipios y nuestros partidos se llenaron de escombros y carruajes que compraron sus candidaturas. La ANR, en particular, se rindió a los recursos de Horacio Cartes; pero, aunque la magnitud del cartismo es un diferencial preocupante, todo nuestro mundo político institucional está en situación parecida.
El pueblo paraguayo no tenía opción real, con el sistema ahora reemplazado, de elegir verdaderamente a quién candidataba para los cargos públicos electivos. Lemas como “Lista 1 de punta a punta”, por ejemplo, ilustran perfectamente lo restringido que era el poder de elegir de los electores compatriotas.
Eso explica que impresentables como Óscar González Daher, Enzo Cardozo, Tomás Rivas, Carlos Portillo y un larguísimo etcétera llegaron a ocupar puestos prominentes en la vida institucional de nuestro país.
Hoy inauguramos un nuevo sistema, el de listas cerradas desbloqueadas o de “doble voto preferencial” que, por primera vez en nuestra historia, da a los electores paraguayos la potestad de hacer elecciones personalizadas. No ya a listas “de punta a punta” llenas de “árboles que dan frutos” bien podridos como los que le gustan al eterno candidato Santiago Peña.
Los caciques de todos los partidos están en pánico y están haciendo juntos y aliados todo cuanto esté a su alcance para que el sistema fracase: véanse las notables declaraciones del liberal Federico Alderete en Guairá, en las que sin fundamento alguno afirma gratuitamente que el nuevo sistema favorece a mafias que él nunca vio en el viejo sistema y que, a pesar de su ceguera, llenaron, eso sí probadamente, de basura a nuestro sistema político institucional.
No hay que dejar sin contestar las mentiras de los que critican lo que está por venir, en base a cínicas conjeturas después de llevar treinta años callados sobre un sistema que solo sirvió para dar poder político a contrabandistas de cigarrillos y a narcotraficantes.
Sin importar los porcentajes de participación, que están condicionados por la pandemia y la campaña oficial de miedo, esta elección es la primera en la historia que permitirá a los colorados, a los liberales, a todos los que puedan elegir en sus organizaciones políticas, castigar realmente a los escombros, dejar afuera a los carruajes y premiar a la gente mejor que integra las listas.
Que así sea.