Cargando...
El coloradismo, sólidamente unificado por la “operación cicatriz” que coordina José Alberto Alderete, uno de los involucrados en el acta entreguista de Itaipú de 2019, asumió el pasado 17 de marzo la pesada carga de apoyar al fallido Gobierno de Mario Abdo Benítez, a sabiendas de la general repulsa ciudadana, salvando al presidente de un merecido juicio de destitución.
Que los jefes colorados son plenamente conscientes de tal repulsa quedó confirmado por el descabellado pedido de postergar una vez más las próximas elecciones municipales, realizado por el diputado Juan Carlos “Nano” Galaverna, que evidencia el temor de dichos jefes a enfrentar el voto castigo de la ciudadanía hastiada. Un globo sonda para medir la factibilidad de “ningunear” al pueblo.
Las excusas esgrimidas por los diputados de la unida Asociación Nacional Republicana (ANR) fueron una más ridícula que otra. Una competencia de sin sentidos en el momento en que el país requiere urgentes soluciones.
Por ejemplo, hubo quien argumentó la conveniencia de seguir sufriendo a un Gobierno incompetente y corrupto “para no hacer el juego al grupo de Puebla”, como si aplicar un correctivo consagrado en el artículo 225 de la Constitución Nacional, el juicio político, hubiera sido un diseño de la “zurda”, que es como discriminan los jefes colorados a los que no se alinean a sus deseos.
Hasta donde se sabe, lo establecido en el artículo 225 se inspira en la Constitución de Estados Unidos, habitualmente execrada por la izquierda, y se le aplicó a Fernando Lugo, presidente de izquierda, en junio de 2012, con el aplauso militante de todos los actuales jefes colorados que en aquel momento no vieron ninguna hilacha “zurda” en el asunto.
Un argumento emparentado con el anterior, pero mucho más rústico, también se esgrimió, atribuyendo el pedido de juicio político a Marito a instrucciones del exsenador Alberto Grillón, que es sin dudas una figura de la izquierda, pero evidentemente no de las que dirige a la izquierda paraguaya y, mucho menos, a toda la oposición paraguaya.
Que los colorados hayan recurrido a los mencionados disparates para justificar su apoyo a la continuidad de un Gobierno cuya corrupción e incompetencia están matando a paraguayos, solo confirma que obedecieron órdenes motivadas por razones completamente ajenas a la salud pública o a la conveniencia nacional, y que los jefes colorados digitan en sus listas parlamentarias a los sujetos más abyectos y menos preparados que estén a su alcance.
Para remarcar su diferencia en la jerarquía colorada, los jefes de la ANR encargaron a Basilio “Bachi” Núñez articular otra excusa, igual de pueril pero menos grosera que las anteriores, para defender la continuidad de su Gobierno corrupto e incompetente: “El presidente está realizando los cambios para enderezar el rumbo”, dijo, como si las modificaciones tardías e insatisfactorias que realiza Marito pudieran solucionar retroactivamente la falta de vacunas, medicamentos, insumos y camas –causante de muchas muertes– que justifican sobradamente su destitución, para no mencionar los hechos de corrupción que también ameritan por sí mismos el juicio político.
Terminada la votación en la que los colorados condenaron al país a seguir sufriendo un Gobierno inepto e inmoral, el diputado Pedro Alliana, presidente de la ANR y uno de los cuarenta y dos cómplices de Marito en la Cámara Baja del Congreso, desarrolló el argumento de Bachi, señalando que ¡si Abdo Benítez no se corrige será castigado por la ANR!, como si los dos años de malos manejos que transcurrieron desde que el propio Alliana dijera exactamente lo mismo no fueran prueba suficiente de la incorregibilidad del Poder Ejecutivo. Dos años después de haber dicho exactamente lo mismo en la puerta de la casa de Horacio Cartes, Alliana pretende embromar aún más tiempo al pueblo paraguayo.
Queda claro, pues, que los colorados no están asumiendo la carga que les representa Marito porque les preocupa el país o la salud pública o la moral oficial. Lo más probable es que asuman dicha carga porque calculan que todavía pueden medrar como hasta ahora y que, reemplazando al Presidente de la República, sus negociados y sus contrabandos pueden verse amenazados.
Así nomás es.