Admirable entrega del personal de blanco

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La lucha contra la pandemia, en defensa de la vida propia y ajena, es tarea de todos. Cada uno debe contribuir a ella, cumpliendo con las medidas preventivas y con las recomendaciones de las autoridades sanitarias. La situación de emergencia en que se halla el país exige una conducta responsable, que implica ciertos renunciamientos en pro del bien común. Del sacrificio de acatar a rajatabla la cuarentena dispuesta están librados, entre otros, los médicos y enfermeros, es decir, quienes integran la avanzada de la salud pública. Desde luego, su abnegación es mucho mayor, ya que pueden entrar más fácilmente en contacto con portadores del virus si no cuentan con los elementos profilácticos necesarios. Precisamente, en el Paraguay, la primera víctima mortal fue un neurocirujano. En los hospitales y en los centros de salud estatales la desprotección del “personal de blanco” es alarmante, de modo que es preciso que la población aplauda su admirable entrega y trate de ayudarlo en lo posible. Por eso, en medio del drama colectivo, alegra que haya gente que se muestre solidaria donándole trajes de bioseguridad, entre otras cosas. Ojalá que, aparte de lo que el Ministerio competente pueda hacer, la comunidad exprese con hechos concretos su apoyo a quienes se están arriesgando cada día para preservarla del flagelo.

La lucha contra la pandemia, en defensa de la vida propia y ajena, es tarea de todos. Cada uno debe contribuir a ella, cumpliendo con las medidas preventivas vigentes y con las recomendaciones de las autoridades sanitarias. La situación de emergencia en que se halla el país exige una conducta responsable, que implica ciertos renunciamientos en pro del bien común. Del sacrificio de acatar a rajatabla la cuarentena dispuesta están librados, entre otros, los médicos y enfermeros, es decir, quienes integran la avanzada de la salud pública. Desde luego, su abnegación es mucho mayor, ya que pueden entrar más fácilmente en contacto con portadores del virus si no cuentan con los elementos profilácticos necesarios. Precisamente, en el Paraguay, la primera víctima mortal fue un neurocirujano.

En los hospitales y en los centros de salud estatales la desprotección del “personal de blanco” es alarmante, de modo que es preciso que la población aplauda su admirable entrega y trate de ayudarlo en lo posible. Por eso, en medio del drama colectivo, alegra que haya gente que se muestre solidaria donándole trajes de bioseguridad, entre otras cosas. Ojalá que, aparte de lo que el Ministerio competente pueda hacer en tal sentido, mediante las reprogramaciones y los aumentos presupuestarios aprobados, la comunidad exprese con hechos concretos su apoyo a quienes se están arriesgando cada día para preservarla del flagelo. Ellos están bregando no solo en los centros sanitarios, sino también en los medios de prensa, en las redes sociales e incluso en las calles, concienciando acerca de la necesidad de tomar precauciones, más aún atendiendo que el sistema sanitario no podría enfrentar un desafío tan serio si el virus se difundiera con mayor rapidez.

En tal sentido, es encomiable que médicos y enfermeros del Alto Paraná se hayan manifestado en una de las cabeceras del Puente de la Amistad esteño para oponerse a toda flexibilización de las normas preventivas, apoyando así al ministro Julio Mazzoleni, ante las presiones que está recibiendo de sus colegas del Gabinete, a su vez presionados por “grandes empresarios”, según las versiones que corrieron profusamente. Como primero está la vida, habrá que sobrellevar, por de pronto, un duro trance económico. Es correcto, pues, que la vigencia de esas disposiciones se haya extendido hasta el 12 de abril, pese a todos los inconvenientes empresariales y laborales. Dentro de lo que permiten las notorias carencias en cuanto a infraestructura, equipos y medicamentos disponibles, el ministro y sus colaboradores más cercanos están haciendo un trabajo que merece el reconocimiento social. Entre estos últimos figura, por ejemplo, el Dr. Guillermo Sequera, director general de Vigilancia Sanitaria, que percibe 19.443.000 guaraníes mensuales, suma que incluye los gastos de representación y el subsidio para la salud, mientras Rubén Antonio Flecha, chofer del director de la Entidad Binacional Yacyretá, Nicanor Duarte Frutos, gana al mes ¡30 millones de guaraníes!, monto que incluye beneficios tales como el abonado en concepto de “presentismo”.

Valga la comparación no solo para ilustrar la tremenda inequidad reinante en el sector público en cuanto a remuneraciones, sino también para valorar aún más, en estas circunstancias tan graves, el papel que está jugando el “personal de blanco”. La enorme mayoría percibe mucho menos incluso que el citado director general sanitario, pese a la delicada y peligrosa labor que realizan. Ya habrá tiempo para realizar un ajuste general de “cuentas”, lo que supondría reformular radicalmente la política presupuestaria. Entretanto, urge que se extienda y refuerce la solidaridad con los médicos y enfermeros, que, como es evidente, beneficiará además a los pacientes y a quienes requieran un análisis. La Dra. Carla Fusillo, del Hospital de Clínicas, pidió en una red social que se donen insumos, mediante estas conmovedoras líneas: “Tenemos también familias a quienes cuidar, y tenemos mucho miedo a caer enfermos, no por nosotros, sino por nuestros seres queridos”.

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En efecto, se debe considerar que también estos serían afectados si el personal sanitario contrajera la enfermedad debido a la falta de tapabocas, guantes, mamelucos, lentes o filtros protectores para respiradores. Por eso, se impone que la ciudadanía apoye decididamente la campaña “Un tapaboca para tu hospital”, lanzada por el Sindicato Nacional de Médicos, haciendo donaciones a través de una cuenta habilitada en el Banco Nacional de Fomento o acudiendo a los centros hospitalarios con las debidas precauciones. “Hay que romper la burocracia y llegar a tiempo para proteger a los colegas”, dijo el Dr. Lilio Irala, dirigente del citado gremio. Pero pese a las precariedades, el personal de blanco en general “se está jugando la vida” (nunca mejor aplicada esta frase) en esta difícil coyuntura que afecta a nuestro país.

Hay que apresurarse, antes de que el sistema sanitario colapse, y tener en cuenta que la pandemia no acabará dentro de quince días. Esto significa que habrá que seguir solidarizándose con el “personal de blanco” y, por extensión, con los enfermos y con quienes podrían tener los síntomas del virus. Lo primero es “quedarse en casa” y tomar ciertas medidas higiénicas; lo segundo es alentar a quienes están luchando en primera línea contra la pandemia y, en lo posible, brindarles cuanto antes los insumos o los aportes monetarios que necesitan. Es preciso hacerles saber que no están solos.