Diputados le dan la bienvenida al dinero sucio

Como se esperaba, una mayoría de diputados no permitió la aprobación del proyecto de ley en su versión que buscaba reforzar los controles sobre el financiamiento político, es decir, sobre lo que reciben los candidatos a cargos electivos y lo que gastan en sus campañas. Por ahora, ese control existía para los partidos y movimientos políticos, pero no así para los candidatos en forma individual, una práctica necesaria sobre todo a partir del desbloqueo de las listas que fue aprobado y que entrará en vigencia a partir de las próximas elecciones internas para candidatos a cargos municipales. Los legis- ladores aprobaron una caricatura del proyecto original adecuándolo de modo que resulte inocuo para el control efectivo o el seguimiento del dinero sucio que contamina la política paraguaya. La consolidación en el Parlamento nacional de una camarilla política multicolor corrupta hasta los tuétanos está llevando por mal camino a la endeble democracia paraguaya e imponiendo un alto costo económico a la Nación.

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Como se esperaba, una mayoría de diputados no permitió la aprobación del proyecto de ley en su versión que buscaba reforzar los controles sobre el financiamiento político, es decir, sobre lo que reciben los candidatos a cargos electivos y lo que gastan en sus campañas. Por ahora, ese control existía –si bien de cumplimiento laxo– para los partidos y movimientos políticos, pero no así para los candidatos en forma individual, una práctica necesaria sobre todo a partir del desbloqueo de las listas que fue aprobado y que entrará en vigencia a partir de las próximas elecciones internas para candidatos a cargos municipales. Los legisladores aprobaron una caricatura del proyecto original, adecuándolo de modo que resulte inocuo para el control efectivo o el seguimiento del dinero sucio que contamina la política paraguaya.

¿Qué otra cosa se puede pensar si existen antecedentes que indican que un gran flujo de dinero sin control alguno ha venido financiando a candidatos y partidos? Recordemos que a inicios de 2011, de cara a las elecciones internas de candidatos del Partido Colorado para los comicios nacionales de 2013, el actualmente exdiputado cartista Bernardo Villalba le pedía ayuda monetaria al narcotraficante preso Carlos Antonio “Capilo” Caballero. Según audios difundidos, Villalba le dijo: “Apoyame a mí para diputado y vas a ver actuar a un diputado valé”. ¿Cuántos diputados y senadores habrán conseguido su banca con el dinero sucio recibido de delincuentes de diversa laya?

Recurriendo a archivos de la prensa, recordemos también que a fines de 2010, el dirigente liberal Édgar Ramírez ya expresaba su preocupación por el financiamiento político de origen dudoso, y se preguntaba: “¿Será que el narcotráfico no mete la mano en los comicios?”. Se refirió también a la revelación realizada por el político colorado Diógenes Martínez, quien con todo desparpajo informó que el entonces precandidato a la presidencia, Horacio Cartes, “pagó prácticamente el 50% de la campaña electoral del Partido Colorado”, según recordó Ramírez. Este sugirió entonces que la fiscalía debería investigar “de dónde provienen tantos millones para financiar campañas políticas”.

De hecho, su preocupación se justificaba, pues la campaña colorada costó millones de dólares, lo que implica que Cartes aportó un gran toco para el partido al que se había afiliado recientemente. Pero la cosa no terminó allí, ya que el propio Cartes reconoció en una entrevista periodística que también financiaba a candidatos de otros partidos, citando entre ellos a “uno que corre rally”, lo que se interpretó como una alusión al senador Blas Llano, el único legislador entonces aficionado al deporte automotor.

¿Será que el expresidente tiene asentados en sus libros contables estos presumibles multimillonarios aportes políticos? No ha de sorprender, entonces, que sus partidarios sean actualmente los más acérrimos opositores al control de los gastos electorales.

Poniendo estos crudos antecedentes bajo un microscopio, lo que espanta a la ciudadanía es comprobar hasta qué punto ha inundado la arena política el agua servida de la corrupción y el impresionante camalotal de impunidad que la encubre. La consolidación en el Parlamento nacional de una camarilla política multicolor corrupta hasta los tuétanos está llevando por mal camino a la endeble democracia paraguaya e imponiendo un alto costo económico a la Nación. De ahí la necesidad existencial de acabar con este maleficio político depredador alimentado por la “narcopolítica” y el crimen organizado que medra a su amparo.

La experiencia enseña que la corrupción política comienza en la cima del poder y lentamente encuentra su camino hacia abajo a través de las venas y arterias de la administración pública para así fluir a través de los capilares hasta el más bajo nivel de la acción individual. De esa forma, la corrupción posibilita que políticos y funcionarios se burlen de las leyes, distorsionando las prioridades nacionales para provecho personal. Y eso es lo que actualmente ocurre en nuestro país, destacándose entre sus promotores y actores a senadores y diputados desvergonzados.

Tanta podredumbre en la arena política ha llevado a que la atención pública, en vez de dirigirse hacia actividades edificantes, tenga que estar volcada a la tarea de denunciar esa marea tóxica de corrupción política que se observa de un confín a otro del país, en particular, reiteramos, la vergonzosa podredumbre que hiede en ambas Cámaras del Congreso, debido a la inconducta cívica de los que invocan falsamente ser representantes del Pueblo soberano. Los arriba citados son meros botones de muestra de una caterva de senadores y diputados que han comprado sus lugares en las “listas sábana” probablemente con dinero sucio para acceder a sus bancas.

Desde el momento en que la mayoría política corrupta agavillada que controla el Congreso no va a aprobar una ley de trazabilidad de ese dinero sucio corruptor y perder así la “alfombra roja” de su buen pasar, resta la esperanza de que el Poder Ejecutivo y la Fiscalía asuman más firmemente sus roles constitucionales e institucionales, y arbitrar los resortes legales para aplicar las leyes que tienen que ver con el control de esos recursos malhabidos del que acostumbran servirse candidatos inescrupulosos que buscan cargos electivos.

Es una verdad de perogrullo que la corrupción engendra más corrupción. Así como hay parlamentarios honestos y patriotas empeñados en reducir la virulencia de esa práctica en la arrebatiña por cargos públicos, así también hay otros que se empeñan a ultranza en abrir las compuertas de la ilegalidad para utilizarla como caldo de cultivo en el cual medrar.

Cabe preguntar: ¿No existen partidos políticos honestos que llamen a sus partidarios a protestar con firmeza por este asalto a la institucionalidad democrática que se perpetra en el Congreso? ¿Dónde están esos candidatos que se presentan en cada elección requiriendo votos, pero que en ocasiones en que deberían manifestarse públicamente están guarecidos en sus hogares o tras sus escritorios? Este es un momento en que el país necesita de todos para impedir que una manga de impresentables continúe burlándose de la gente con sus decisiones corporativas. Es hora de decirles ¡basta! a quienes no paran de saquear el Paraguay.

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