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Si cada unidad de Yacyretá tiene 155 MW de potencia, puede inferirse que al promediar la tarde del domingo la central hidroeléctrica binacional estuvo generando con solo 15 de sus 20 unidades, o sea, con cerca el 77% de su potencia instalada.
Debido a varios errores “políticos” en su gerenciamiento, Yacyretá debe hacer frente a sus costos técnicos e inclusive de oportunidad.
Los daños en las turbinas de las unidades se deben no solo a los años de generación con el embalse a cota reducida, sino también a casi seis años de sobreelevación del nivel del embalse.
Un número considerable de los componentes del parque generador de la casa de máquinas ya fue sometido a costosas reparaciones, con montos que ya rondan los US$ 200 millones, según se informó.
De acuerdo con las fuentes consultadas, la decisión “política” de hacer operar los grupos productores con el nivel del embalse muy por debajo de la llamada “cota de diseño”, buscando una supuesta “economía”, no solo dañó las máquinas, sino además infló su hoy controvertida deuda.
A los años de “cotas reducidas”, desde el 2011 sucedieron los de sobreelevación del embalse, con saldos deficitarios para Yacyretá, que con esas decisiones arriesgó la seguridad de componentes importantes del complejo, tal como quedó demostrado los días 24 y 25 de abril de este año, fechas que algunos técnicos denominaron como “la tormenta perfecta”.
La tormenta fue perfecta porque a la velocidad del viento se le sumó el mayor espejo de agua resultante de la sobreelevación del embalse, luego la mayor altura de las olas y su enorme carga de peligro para la represa, defensas costeras, etc., era la conclusión lógica del silogismo de un mal procedimiento, añadieron las fuentes consultadas.
La tormente obligó al ente a bajar la cota del embalse a 82,68 metros en mayo último, en verdadero récord en la historia de Yacyretá.