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El tratamiento preferencial que la Administración Nacional de Electricidad (ANDE) otorgó al Consorcio Toshiba Corporation - Mitsui & Co. Plant Systems Ltd., al pedirle la alteración de la oferta para la compra y montaje de las turbinas para maquinizar el Yguazú quebró la regla de equidad entre los participantes, hecho que está expresamente prohibido en el manual del organismo financiero japonés, sección 5.03 (Pág. 112).
De acuerdo con las normas, la convocante debió limitarse a verificar si lo indicado en el formulario respectivo se ajustaba o no a las especificaciones técnicas y demás requerimientos del pliego de bases y condiciones, siempre y cuando no se trate de datos que debieron suministrarse y evaluarse en la etapa de precalificación.
La convocante debió limitarse a lo indicado en el formulario respectivo, o sea, si se ajustaba o no a las especificaciones técnicas y demás requerimientos del pliego de bases, siempre y cuando no se tratara de datos que debieron ser suministrados y evaluados en la etapa de precalificación.
Sin embargo, luego de que el ente pidiera al consorcio en cuestión que “complete” su oferta para ajustarse al pliego que sirvió de base para el llamado a licitación, despejó el camino para que el Comité de Evaluación de Ofertas de la ANDE y la consultora japonesa Nippon Koei recomendaran la adjudicación para la provisión y montaje de las turbinas al Consorcio Toshiba Corporation - Mitsui & Co. Plant Systems Ltd. del Japón.
Bajaron la calidad
Para favorecer el proyecto de la Nippon Koei y a las empresas japonesas, los rendimientos de las turbinas exigidos en el pliego original fueron cambiados por la adenda 16 con valores bajísimos, muy lejos de la realidad tecnológica que en principio requerían. Se obtendría así rendimientos muy bajos e irreales de las turbinas y es probable que tampoco alcancen a proveer la potencia requerida y en alguna medida causar un impacto adicional.
En este caso, el rendimiento de las turbinas, que serían fabricadas en China, tendrán un efecto importante en la energía y potencia para toda la vida de la central (unos 50 años) y en alguna medida las deficiencias de los generadores podrían desaprovechar un recurso vital, y durante 50 años no hacer un uso correcto del agua.
De este modo, una obra que debería asegurar el futuro energético de varias generaciones siguientes, es muy posible que esté lleno de desperfectos técnicos, como ocurre hoy en Yacyretá, con las graves e irreparables fallas en algunas de las turbinas, que al final representarán mayores gastos de mantenimiento y pérdidas por energía no generada.