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En el año 2004 hubo una combinación de varios factores favorables. Fuerte aumento de las recaudaciones, muy buena campaña agrícola, ambiente de relativa confianza para las inversiones, saludable manejo macroeconómico. Resultado: crecimiento económico del 4,1 por ciento, inflación del 2,8%, superávit fiscal de 658.577 millones de guaraníes.
Eso comenzó a cambiar aceleradamente en 2005. La agricultura se desplomó, el crecimiento económico se estancó, el ritmo del incremento de los ingresos tributarios se desaceleró, en parte por la menor actividad misma y en parte porque se empezó a llegar al límite de la capacidad de recaudar.
Esto no fue acompañado, como correspondía, por una reducción de los gastos corrientes, todo lo contrario. Consecuentemente, tampoco hubo un ajuste por el lado de la oferta monetaria. Pese a que se triplicaron las colocaciones de instrumentos de regulación (letras que utiliza el Banco Central para retirar circulante del mercado), los billetes y monedas en circulación (M0), que es el dinero que la gente tiene a su disposición para gastar, no pararon de incrementarse desde mediados de 2005, lo que evidencia una mayor emisión por parte del Banco Central.
Resultado: caída del ahorro fiscal, crecimiento económico del 2,7 por ciento, apenas para igualar el crecimiento vegetativo de la población, inflación del 9,9 por ciento (que probablemente fue mayor aun, ya que hubo claros indicios de "maquillaje" de las cifras en el último mes del año para que el índice de precios al consumidor apareciera por debajo de los dos dígitos).
CAUSAS DE LA INFLACION
Los gobiernos suelen pretender culpar de la suba de los precios al sector privado para eludir su propia responsabilidad en el asunto. La verdad es que la inflación casi siempre es generada por el propio sector público, que gasta más de lo que se puede y, por lo tanto, agrega dinero (no riqueza) sin respaldo al mercado.
La cuestión, aunque parezca un poco complicada, en realidad es bastante sencilla. Los precios son fijados por la oferta y la demanda. La sociedad tiene una cantidad determinada de bienes y servicios, por un lado, y una cantidad determinada de dinero, por el otro, para que esos bienes puedan intercambiarse. Si hay más dinero que bienes y servicios, crecerá la demanda sobre los mismos y también el precio (inflación), debido a que la oferta de esos bienes se mantiene o decrece.
Hay un clásico ejemplo para explicar esto. Supongamos que se producen dos manzanas y hay dos guaraníes en el mercado. Cada manzana costará 1 guaraní. Pero presumamos ahora que sigue habiendo dos manzanas, pero circulan 4 guaraníes. El precio de cada manzana pasará a ser de 2 guaraníes, se habrá producido una inflación del 100%, pero no por eso habrá más riqueza.
Es exactamente eso lo que ocurre en el Paraguay. El producto interno bruto (PIB), que es el valor de todos los bienes y servicios que se producen en el país durante un año, decrece, pero la cantidad de dinero aumenta (ni siquiera se mantiene). Por lo tanto, hay inflación, aunque no más riqueza, insistimos.
Técnicamente, esto se expresa con la siguiente ecuación: La oferta, que sería el PIB, debe corresponderse con la demanda, que sería el consumo privado más el gasto público más las inversiones más las exportaciones menos las importaciones.
Si aumentara la producción (el PIB), entonces crecería la oferta y bajarían los precios. Eso sería lo ideal, pero sabemos que eso no ocurrirá porque sí, menos aun con el mal ambiente que existe en el país para las inversiones.
La única variable que el Gobierno realmente puede controlar es el gasto público. Si gastara menos, se reduciría la cantidad de dinero "inorgánico" (a muchos no les gusta este término) y la inflación se mantendría bajo control. En eso debería concentrarse y no en pedir "explicaciones" a los supermercados.
Lamentablemente, este no es el caso, lo cual es preocupante, porque la inflación castiga mucho más a los más pobres.
arivarola@abc.com.py
Eso comenzó a cambiar aceleradamente en 2005. La agricultura se desplomó, el crecimiento económico se estancó, el ritmo del incremento de los ingresos tributarios se desaceleró, en parte por la menor actividad misma y en parte porque se empezó a llegar al límite de la capacidad de recaudar.
Esto no fue acompañado, como correspondía, por una reducción de los gastos corrientes, todo lo contrario. Consecuentemente, tampoco hubo un ajuste por el lado de la oferta monetaria. Pese a que se triplicaron las colocaciones de instrumentos de regulación (letras que utiliza el Banco Central para retirar circulante del mercado), los billetes y monedas en circulación (M0), que es el dinero que la gente tiene a su disposición para gastar, no pararon de incrementarse desde mediados de 2005, lo que evidencia una mayor emisión por parte del Banco Central.
Resultado: caída del ahorro fiscal, crecimiento económico del 2,7 por ciento, apenas para igualar el crecimiento vegetativo de la población, inflación del 9,9 por ciento (que probablemente fue mayor aun, ya que hubo claros indicios de "maquillaje" de las cifras en el último mes del año para que el índice de precios al consumidor apareciera por debajo de los dos dígitos).
CAUSAS DE LA INFLACION
Los gobiernos suelen pretender culpar de la suba de los precios al sector privado para eludir su propia responsabilidad en el asunto. La verdad es que la inflación casi siempre es generada por el propio sector público, que gasta más de lo que se puede y, por lo tanto, agrega dinero (no riqueza) sin respaldo al mercado.
La cuestión, aunque parezca un poco complicada, en realidad es bastante sencilla. Los precios son fijados por la oferta y la demanda. La sociedad tiene una cantidad determinada de bienes y servicios, por un lado, y una cantidad determinada de dinero, por el otro, para que esos bienes puedan intercambiarse. Si hay más dinero que bienes y servicios, crecerá la demanda sobre los mismos y también el precio (inflación), debido a que la oferta de esos bienes se mantiene o decrece.
Hay un clásico ejemplo para explicar esto. Supongamos que se producen dos manzanas y hay dos guaraníes en el mercado. Cada manzana costará 1 guaraní. Pero presumamos ahora que sigue habiendo dos manzanas, pero circulan 4 guaraníes. El precio de cada manzana pasará a ser de 2 guaraníes, se habrá producido una inflación del 100%, pero no por eso habrá más riqueza.
Es exactamente eso lo que ocurre en el Paraguay. El producto interno bruto (PIB), que es el valor de todos los bienes y servicios que se producen en el país durante un año, decrece, pero la cantidad de dinero aumenta (ni siquiera se mantiene). Por lo tanto, hay inflación, aunque no más riqueza, insistimos.
Técnicamente, esto se expresa con la siguiente ecuación: La oferta, que sería el PIB, debe corresponderse con la demanda, que sería el consumo privado más el gasto público más las inversiones más las exportaciones menos las importaciones.
Si aumentara la producción (el PIB), entonces crecería la oferta y bajarían los precios. Eso sería lo ideal, pero sabemos que eso no ocurrirá porque sí, menos aun con el mal ambiente que existe en el país para las inversiones.
La única variable que el Gobierno realmente puede controlar es el gasto público. Si gastara menos, se reduciría la cantidad de dinero "inorgánico" (a muchos no les gusta este término) y la inflación se mantendría bajo control. En eso debería concentrarse y no en pedir "explicaciones" a los supermercados.
Lamentablemente, este no es el caso, lo cual es preocupante, porque la inflación castiga mucho más a los más pobres.
arivarola@abc.com.py