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Es absolutamente normal ver en la zona de Petropar (Petróleos Paraguayos), en Villa Elisa, a los ordeñadores de combustible armados con baldes y bidones. En el mismo lugar tienen sus vehículos estacionados, acondicionados solo para transportar estos productos.
Así, a la vista de todo el mundo, funciona el mercado negro de la venta de combustibles (diésel y nafta), ignorado sin embargo por las autoridades. No hace falta realizar investigación alguna para descubrir la actividad ilegal, basta con darse una vuelta a la manzana para detectarlo, así como lo hicieron periodistas de nuestro diario durante varias semanas.
No sabemos cuánto dinero mueve este mercado ilegal, pero sí comprobamos que por cada litro de combustible el cliente ahorra entre G. 690 y G. 2.000, según el tipo de combustible.
Aparatosas intervenciones hacen esporádicamente el Ministerio Público y la Policía, pero los detenidos salen libres poco tiempo después, razón por la cual creemos que el negocio se mantiene e incluso crece.
Amparan la ilegalidad
Fuentes del sector afirman que la Policía protege el mercado negro del combustible, porque sus agentes se abastecen en él.
Las demás instituciones públicas tampoco hacen nada, actitud con la cual amparan la ilegalidad.
El Ministerio de Industria y Comercio (MIC) y el Ministerio de Hacienda deben fiscalizar a todas las industrias, empresas y negocios, pero solo controlan a los negocios constituidos. Los que funcionan en la calle, a la vista de todos, sin pagar un solo impuesto no corren riesgo alguno.
Según informaciones, el mercado negro de combustibles se surte de los ordeños de camiones cisternas, también de barcazas, así como del contrabando desde Argentina, donde, por ser subvencionado, es más barato que en nuestro país.