Tarjetas todavía arrastran saldo negativo por el tope

A tres años y medio de la implementación del tope a las tasas de interés por tarjetas de crédito, aún se acumula un saldo negativo del 4,7% en la financiación por esta vía.

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El saldo de créditos financiados vía tarjetas totalizó a febrero último G. 2,79 billones. Si bien se nota una recuperación frente a un año atrás, todavía se acumula una tasa negativa por efecto del tope a la tasa de interés.

De acuerdo con el reporte de indicadores financieros hubo un aumento del 9% interanual en la cartera (de febrero 2018 a febrero 2019); pero una caída del 4,7% en comparación a setiembre de 2015 (G. 2,93 billones) cuando entró en vigencia la ley que limitó la tasa de interés del citado instrumento hasta tres veces el promedio de la tasa de ahorros.

Según el reporte de la banca matriz, la entidad bancaria Itaú fue la más afectada con esta medida, ya que a la fecha acumula una caída del 33% de su cartera de tarjetas en estos tres años y medio.

Pese a esta importante merma que sufrió la cartera de tarjetas de Itaú, este todavía concentra la mayor proporción del mercado, con un saldo de G. 1,005 billones y una participación del 36% en el total de emisores.

También arrastran cifras negativas de expansión el banco GNB, Visión, Interfisa y Continental.

En contrapartida, se observó un repunte de 510% en la cartera de tarjetas del Banco Nacional de Fomento (BNF) entre setiembre de 2015 y febrero de 2019. Esta entidad se vio favorecida igualmente por la política de migración de los fondos públicas desde bancos privados a la banca estatal, lo que también contribuyó con el despegue de este instrumento. El BNF, con un saldo de G. 303.504 millones, es la segunda entidad con mayor cartera en el segmento de los plásticos en el sistema.

A Bancop también le fue bien en estos tres años, ya que su cartera repuntó en 265%, mientras que la Financiera Río consolidó una expansión del 72%.

La tasa límite para financiación vía tarjetas de crédito en nuestro sistema es del 14%, una de las más bajas en la región. La drástica reducción de las tasas (anteriormente rondaban el 50%) obligó a las intermediarias a cortar beneficios a los tarjetahabientes, incluso a la eliminación de aquellos considerados más riesgosos para el negocio.

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