Tape Porã pone a prueba el valor de los títulos de propiedad en Paraguay

La historia de la colonia Tape Porã se escribió con sacrificio y trabajo. En su inicio, los paraguayos eran mayoría, pero abandonaron el lugar. Brasileños y sus descendientes, paraguayos, quedaron en el monte. Tienen títulos de propiedad del IBR. Ahora enfrentan una orden de desalojo. ¿Tienen valor los títulos en Paraguay?

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La colonia Tape Porã se encuentra ubicada en el distrito de San Alberto, Alto Paraná.

Allá por 1970 el sitio se conocía con el nombre de Tape Yere; un paraje con un monte casi impenetrable.

Los pioneros recuerdan esa espesura boscosa como el “monte negro” para reflejar su inmensidad.

Los primeros colonos, paraguayos y brasileños, llegaron al lugar en 1972. La venta de tierras realizaba una empresa privada que había comprado una fracción a La Industrial Paraguaya.

Para tomar posesión de la tierra, debían pagar el derecho de ocupación, a cambio obtenían un recibo y la autorización para trabajar.

Evelacio Boursche (70) nació en la ciudad de Cándido Godoy, Mato Grosso do Sul (Brasil); llegó a nuestro en 1974 teniendo 26 años.

Recuerda que vino a visitar a amigos que estaban trabajando en Gleba 5, hoy distrito de Mbaracayú.

Evelacio menciona que “me gustó mucho el Paraguay. Era una tierra de desafíos, de oportunidad. Trabaje tres años en Gleba 5. Hacía de todo, incluso en la noche operaba maquinaria”.

Luego de tres años pudo juntar dinero para comprar su tierra: “Llegué a Tape Yere y pagué por 10 hectáreas. Era un monte negro, no había caminos ni escuelas, ni centros de salud.

Estábamos completamente aislados pero era mi tierra”.

Evelacio pagó 200.000 guaraníes por las 10 hectáreas; en aquel momento, el cambio del dólar era 126 guaraníes, es decir invirtió 1.587 dólares en la compra de su lote.

Se tiene que remontar esta cifra 42 años atrás para dimensionar su inversión.

Una vida dura

Evelacio se casó en Cándido Godoy con su novia Natalia, tres años menor, y la trajo a vivir en Tape Yere, en medio del monte negro.

Natalia Boursche recuerda que “aquí no había nada. La vida era muy dura. Una picada nos permitía llegar hasta Hernandarias. Si el tiempo estaba bueno, tardamos un día en carrito. En caso de lluvia podían ser tres o cuatro días”.

Los colonos levantaron una pequeña capilla. Al poco tiempo se convirtió en el centro comunitario.

Natalia menciona que “nuestra vida social giraba en torno a la capilla. El sacerdote venía una vez al mes para la misa, pero los domingos nos reuníamos para la lectura de la palabra”.

En los primeros dos años, los colonos en su mayoría eran paraguayos. A medida que pasaban los meses, el número iba disminuyendo: preferían salir de Tape Yere por el rigor del trabajo y la vida en aislamiento.

Vendían o abandonaban la tierra para buscar algo mejor.

Evelacio Boursche sentía la misma desesperación pero no tenía donde ir: “Era muy duro vivir aquí. Más de una vez pensamos en abandonar porque sentíamos que no había futuro pero no teníamos donde ir con mi esposa y mis hijos. No tenía opción de algo mejor para mi familia y nunca más tuve dinero para comprar otro lote. 10 hectáreas era todo lo que podía tener para sobrevivir”.

En 1984 llegó a Tape Yere el Instituto de Bienestar Rural, antecesor del Indert, y creó la colonia Tape Porã; se mensuró la tierra y se estableció un plan de pago. Por segunda vez pagaron por el lote que tenían.

A medida que se completaban los pagos, el Instituto de Bienestar Rural entregó los títulos de propiedad en nombre del Estado paraguayo.

Hoy buscan desalojar a 47 familias de colonos, con sus hijos y nietos paraguayos, diciendo que esos títulos no valen nada.

Y tampoco el sacrificio que pasaron.

roque@abc.com.py

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