Cargando...
El marco de este programa, que cuenta con la participación de numerosos países latinoamericanos, es propicio para mencionar algunos de los aspectos más relevantes de las políticas públicas de Suecia, considerado uno de los países más desarrollados del mundo. En Suecia, adecuadas políticas públicas han resultado en una ejemplar gestión de gobierno y una sociedad caracterizada por su equidad y solidaridad. Se destacan, además de las inversiones públicas en educación y salud, la política exterior de cooperación y la política energética, muy vigentes estas en el debate del desarrollo en Paraguay.
Cooperación al desarrollo
La tradición sueca de defensa de la paz, la democracia y los derechos humanos se refleja sin duda en su política exterior. Además, el Gobierno sueco enfatiza su apoyo al desarrollo mundial, la protección del medioambiente y la lucha contra la pobreza.
Suecia, junto a Dinamarca, Noruega y Países Bajos, ocupa el primer lugar en contribución per cápita para el desarrollo de los países del Tercer Mundo. Se espera que, durante los próximos 10 años, la cooperación internacional sueca llegue al 1% de su Producto Interno Bruto, de acuerdo a una reciente resolución gubernamental, que regirá a partir del presente año.
La cooperación sueca está dirigida principalmente a medidas preventivas de conflictos, lucha contra los estupefacientes, medidas de combate contra el VIH/Sida y salud y derechos sexuales y reproductivos. Por otra parte, la política exterior favorece el libre comercio, incluyendo al sector agropecuario en los ámbitos de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio.
La política energética en Suecia
Suecia, al igual que Paraguay, cuenta con un gran potencial de producción de energía hidroeléctrica. Aprovechando las ventajas naturales para la generación hidroeléctrica, la política energética implementada por el Gobierno ha logrado un desarrollo económico con la presencia de numerosas industrias intensivas en energía eléctrica, entre otras energías renovables.
Las energías limpias o renovables, incluyendo a los biocombustibles, representan una considerable proporción del abastecimiento energético de las industrias y familias en Suecia. En total, el 40% del abastecimiento es cubierto por energías renovables, igual porcentaje por petróleo, y el 20% por energía nuclear. Desde los últimos 20 años, y a raíz de las sucesivas crisis del petróleo y el alza en su cotización, la política energética está logrando un mayor porcentaje de abastecimiento vía energías limpias, y una disminución en el porcentaje de abastecimiento petrolero.
Asimismo, el Estado sueco proporciona considerable financiamiento a las Universidades para la investigación en el campo de las energías limpias. La disminución en la dependencia del petróleo ha logrado también objetivos de política ambiental, al evitar un aumento en el efecto invernadero. Actualmente, existe un programa que se propone aumentar en 10 TW/h la producción eléctrica basada en energías renovables, hasta el año 2010. Este programa se basa en la concesión de certificados verdes por la producción de energías limpias.
Los certificados pueden ser comercializados en el mercado, y se espera que en el futuro los demás países de la Unión Europea se adhieran a este mecanismo.
El consenso sueco y la credibilidad del Gobierno
De acuerdo a estudios realizados, Finlandia, Noruega y Suecia son los países donde existe mayor credibilidad y confianza por parte de la población hacia los sistemas de gobierno y la provisión de servicios públicos.
Esto sin duda se debe a la existencia de un importante consenso social. La sociedad sueca se ha caracterizado siempre por la búsqueda del consenso. En este aspecto, los sindicatos se han comprometido en los procesos de cambio en el sector público, y se los considera actores clave en la defensa del rol del Estado. Para la estabilidad del mercado laboral sueco, la negociación colectiva es fundamental, y se destaca que el 90% de los empleados están afiliados a algún sindicato. Los sindicatos, sumamente fuertes gracias a su responsabilidad y creatividad en el aporte a la eficiencia del sector público, defienden el empleo y la transparencia.
Representantes de los trabajadores tienen incluso un espacio en los más elevados niveles de decisión del Banco Central, que no solo se ocupa del control de la inflación, sino además, de promover políticas que estimulen la creación de puestos laborales.
El permanente proceso de consenso sueco determinó la prioridad de la importancia del sector social. Actualmente, el 43,5% de los impuestos es invertido en el área de la seguridad social. A su vez, el 14% de los impuestos es direccionado al área de la educación, y el 13% a la salud pública.
Por otra parte, el consenso tiene aún grandes desafíos en Suecia. Es de preocupación el elevado nivel de impuestos, que si bien sostiene un Estado con responsabilidad social, crea una falta de estímulos a ciertas actividades de la economía. Otro problema surge en etapas de recesión económica, cuando se presentan desbalances fiscales, lo que eventualmente ocasiona niveles de endeudamiento que acarrean considerables costos al Estado y deterioran la situación fiscal.
Conclusiones
Se debe precisar, en primer lugar, que Suecia ha logrado un desarrollo con inclusión social, basando las decisiones de políticas públicas en el consenso nacional. En segundo término, los ciudadanos suecos tienen una gran confianza en su Estado, y la transparencia y eficacia en la provisión de servicios públicos fue fundamental en este aspecto. El sistema de valores sueco reivindica la democracia, la legalidad y la transparencia, fomentando la importancia de la acción del Estado en los campos de la salud y la educación, y priorizando a su vez una política energética inteligente y la cooperación internacional. La experiencia sueca puede resultar sumamente útil para Paraguay y los demás países en vías de desarrollo, en la búsqueda de confianza y consenso social, sumamente necesarios para un desarrollo incluyente con una mejor distribución del ingreso.
Luis Domingo Laíno Columnista invitado. Participante del Programa de Gestión de Servicios Públicos en Procesos de Cambio, invitado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo.
Cooperación al desarrollo
La tradición sueca de defensa de la paz, la democracia y los derechos humanos se refleja sin duda en su política exterior. Además, el Gobierno sueco enfatiza su apoyo al desarrollo mundial, la protección del medioambiente y la lucha contra la pobreza.
Suecia, junto a Dinamarca, Noruega y Países Bajos, ocupa el primer lugar en contribución per cápita para el desarrollo de los países del Tercer Mundo. Se espera que, durante los próximos 10 años, la cooperación internacional sueca llegue al 1% de su Producto Interno Bruto, de acuerdo a una reciente resolución gubernamental, que regirá a partir del presente año.
La cooperación sueca está dirigida principalmente a medidas preventivas de conflictos, lucha contra los estupefacientes, medidas de combate contra el VIH/Sida y salud y derechos sexuales y reproductivos. Por otra parte, la política exterior favorece el libre comercio, incluyendo al sector agropecuario en los ámbitos de las negociaciones de la Organización Mundial del Comercio.
La política energética en Suecia
Suecia, al igual que Paraguay, cuenta con un gran potencial de producción de energía hidroeléctrica. Aprovechando las ventajas naturales para la generación hidroeléctrica, la política energética implementada por el Gobierno ha logrado un desarrollo económico con la presencia de numerosas industrias intensivas en energía eléctrica, entre otras energías renovables.
Las energías limpias o renovables, incluyendo a los biocombustibles, representan una considerable proporción del abastecimiento energético de las industrias y familias en Suecia. En total, el 40% del abastecimiento es cubierto por energías renovables, igual porcentaje por petróleo, y el 20% por energía nuclear. Desde los últimos 20 años, y a raíz de las sucesivas crisis del petróleo y el alza en su cotización, la política energética está logrando un mayor porcentaje de abastecimiento vía energías limpias, y una disminución en el porcentaje de abastecimiento petrolero.
Asimismo, el Estado sueco proporciona considerable financiamiento a las Universidades para la investigación en el campo de las energías limpias. La disminución en la dependencia del petróleo ha logrado también objetivos de política ambiental, al evitar un aumento en el efecto invernadero. Actualmente, existe un programa que se propone aumentar en 10 TW/h la producción eléctrica basada en energías renovables, hasta el año 2010. Este programa se basa en la concesión de certificados verdes por la producción de energías limpias.
Los certificados pueden ser comercializados en el mercado, y se espera que en el futuro los demás países de la Unión Europea se adhieran a este mecanismo.
El consenso sueco y la credibilidad del Gobierno
De acuerdo a estudios realizados, Finlandia, Noruega y Suecia son los países donde existe mayor credibilidad y confianza por parte de la población hacia los sistemas de gobierno y la provisión de servicios públicos.
Esto sin duda se debe a la existencia de un importante consenso social. La sociedad sueca se ha caracterizado siempre por la búsqueda del consenso. En este aspecto, los sindicatos se han comprometido en los procesos de cambio en el sector público, y se los considera actores clave en la defensa del rol del Estado. Para la estabilidad del mercado laboral sueco, la negociación colectiva es fundamental, y se destaca que el 90% de los empleados están afiliados a algún sindicato. Los sindicatos, sumamente fuertes gracias a su responsabilidad y creatividad en el aporte a la eficiencia del sector público, defienden el empleo y la transparencia.
Representantes de los trabajadores tienen incluso un espacio en los más elevados niveles de decisión del Banco Central, que no solo se ocupa del control de la inflación, sino además, de promover políticas que estimulen la creación de puestos laborales.
El permanente proceso de consenso sueco determinó la prioridad de la importancia del sector social. Actualmente, el 43,5% de los impuestos es invertido en el área de la seguridad social. A su vez, el 14% de los impuestos es direccionado al área de la educación, y el 13% a la salud pública.
Por otra parte, el consenso tiene aún grandes desafíos en Suecia. Es de preocupación el elevado nivel de impuestos, que si bien sostiene un Estado con responsabilidad social, crea una falta de estímulos a ciertas actividades de la economía. Otro problema surge en etapas de recesión económica, cuando se presentan desbalances fiscales, lo que eventualmente ocasiona niveles de endeudamiento que acarrean considerables costos al Estado y deterioran la situación fiscal.
Conclusiones
Se debe precisar, en primer lugar, que Suecia ha logrado un desarrollo con inclusión social, basando las decisiones de políticas públicas en el consenso nacional. En segundo término, los ciudadanos suecos tienen una gran confianza en su Estado, y la transparencia y eficacia en la provisión de servicios públicos fue fundamental en este aspecto. El sistema de valores sueco reivindica la democracia, la legalidad y la transparencia, fomentando la importancia de la acción del Estado en los campos de la salud y la educación, y priorizando a su vez una política energética inteligente y la cooperación internacional. La experiencia sueca puede resultar sumamente útil para Paraguay y los demás países en vías de desarrollo, en la búsqueda de confianza y consenso social, sumamente necesarios para un desarrollo incluyente con una mejor distribución del ingreso.
Luis Domingo Laíno Columnista invitado. Participante del Programa de Gestión de Servicios Públicos en Procesos de Cambio, invitado por la Agencia Sueca de Cooperación Internacional para el Desarrollo.