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Un poco antes, del 22 de octubre pasado, ABC Color publicaba un material informativo bajo el título “Técnicos oficialistas alertan sobre el inicio de una crisis energética en 2026”.
La postura de estos técnicos empalmaba llamativamente bien con los mensajes que emitía Recalde, especialmente el día de la presentación pública del plan Aña Cua, el 14 de setiembre último en un hotel céntrico de Asunción, ante la presencia de un considerable número de empresarios de la construcción.
“El Instituto de Profesionales Paraguayos del Sector Eléctrico (IPPSE), luego de un prolongado letargo, reapareció en el escenario nacional planteando a la opinión pública la necesidad de una urgente definición de emprendimientos como el Aña Cua, porque ‘en el lapso 2026-2033 habría riesgo de crisis energética’ (déficit de potencia)”, se leía en el primer párrafo del reportaje que publicó nuestro diario sobre la materia el 22 de octubre de este año.
La confluencia temporal de ambos discursos despertó suspicacias debido al hecho señalado –la necesidad de justificar un proyecto cuestionado desde el ángulo legal e inclusive técnico– y del de la calidad, por ende, la confiabilidad de las proyecciones de la demanda eléctrica del mercado nacional.
La matriz energética
El Viceministerio de Minas y Energía, en el último Balance Energético Nacional que publicó recientemente (2016) pone a la consideración del público paraguayo –no solo de los especialistas del sector– datos reveladores vinculados con el presente del sector y, por qué no, por inferencia, con su futuro inmediato e incluso mediato.
Según el Viceministerio de Minas y Energía, al tema en cuestión, que hasta motivó que una antigua organización se sacudiera la capa de polvo y telaraña debajo de la cual yacía: la electricidad, le corresponde la tajada o porción más pequeña de la torta o “estructura por energéticos del consumo final de energía” en el mercado nacional: 18%.
Las partes preponderantes de esta su géneris estructura son las siguientes: Derivados del petróleo, 41,4% y biomasa, 40,6%.
¿Corregirá la economía paraguaya esta insólita contradicción en menos de una década? es la incógnita que un analista medianamente serio debe despejar.
En principio, según ciertos desplazamientos hacia el futuro (metrobús con unidades que se moverán con derivados del petróleo o la incomensurable lejanía del tren de cercanía”, nos inducen a concluir que de nuestra electricidad seguirán disfrutando nuestros socios en Itaipú y Yacyretá.
En lo atinente al aprovechamiento paraguayo de Itaipú, según registros oficiales creció 39,7% en los últimos cinco años, o sea 7,9% de promedio anual; en tanto que en Yacyretá, en el mismo lapso, subió 13%, 2,6% en promedio, incluso con un bajón de casi el 15% entre el 2015 y el 2016.