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La gran ventaja que ofrecen los de bajo consumo frente a los incandescentes, tiene que ver precisamente con el ahorro de hasta un 90% en el consumo de la energía eléctrica. En cuanto a los riesgos, un mito que surgió es que son peligrosos por su contenido de mercurio; sin embargo, una lata de atún y un termómetro tienen más mercurio que este tipo de foco en sí. De modo que, si no se rompe, no representan ningún riesgo a la salud; y en caso que se rompan, la mejor manera de limpiar los restos es barrerlos y colocarlos en una caja para que se reciclen.
Al respecto, el ingeniero Ernesto Samaniego, técnico del sector eléctrico, explicó que el problema es parecido al de las pilas, cuando se desechan, qué se hace y como se reciclan las usadas. En este caso, los focos rotos deben ser tratados como desechos tóxicos. Otro de los mitos que se generó acerca de estas lámparas fue sobre su elevado campo electromagnético; que en realidad está por debajo de otros dispositivos eléctricos, como los automóviles y electrodomésticos. “El campo magnético que se genera depende de la potencia, o mejor, de la corriente que consume, es similar a lo que produce de una lámpara fluorescente de igual potencia”, señaló.
“Al ser una carga lineal, diferente a una lámpara incandescente o un motor, se producen corrientes armónicas que se propagan a través de las líneas, pero en nuestro país no existe legislación al respecto. Los armónicos afectan frecuentemente a equipos informáticos”, indicó el Ing. Samaniego.