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“A menos que se demuestre lo contrario, esta es una de las causas del deterioro generalizado en el 100% de las máquinas, aunque en diversos grados y tipos de daño en cada máquina”, explicó en respuesta a las últimas declaraciones del director argentino Óscar Thomas, quien sostuvo que los daños se produjeron porque las unidades operaron durante varios años siete metros por debajo del salto nominal para el que fueron diseñadas las turbinas.
“Esta operación no es normal, pero aceptable y autorizada por el fabricante bajo la condición de encuadrarse dentro de los parámetros especiales –principalmente a potencia reducida– de modo a evitar daños prematuros y mantener la garantía de fábrica”, explicó.
Añadió que la operación, forzada por Argentina más allá de los límites fijados por el fabricante, “es muy creíble, conociendo el frecuente y recurrente estado de borde de crisis en que se ha desempeñado el sistema eléctrico argentino, durante la década transcurrida”.
Así, en el balance entre potencia firme teórica y demanda máxima de potencia hay un permanente déficit que hace que la reserva de potencia efectiva del sistema sea nula o negativa, añadió.
Esto es cubierto con restricciones en la demanda (alivio de carga), con importaciones del Brasil, de Uruguay o aporte “extraordinario” de las máquinas de Yacyretá”. Reconoció que el Anexo B, como dice Thomas, pudo haber sufrido modificaciones por nuevos hechos y circunstancias; pero, esto debió resolverse de común acuerdo por las Altas Partes.