Preocupan merma del sábalo y contaminación del Pilcomayo

FILADELFIA, Chaco (Marvin Duerksen, corresponsal). Organizaciones civiles y medios de comunicación del Gran Chaco han manifestado nuevamente su preocupación por la merma del pescado más emblemático del Pilcomayo, el sábalo, fuente de alimento para ribereños desde San Agustín (Pedro P. Peña) hasta Villa Montes.

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En las últimas décadas no solamente se redujo la cantidad del sábalo, sino también su tamaño promedio de entre 35-38 cm a 29-32 cm. Como causas, se mencionan la sobreexplotación, alta sedimentación y sobre todo la contaminación, atribuida a la alta actividad minera en casi toda la cuenca alta en Bolivia, donde grandes volúmenes de metales pesados son echados en zona naciente del Pilcomayo. Aquí, hasta el 2014 había 400 empresas mineras activas, de las cuales solo 20% tenía licencia, de acuerdo a la Secretaria de Medio Ambiente de Potosí. Hace dos años, la Oficina Técnica Nacional de Bolivia detectó en la cuenca alta del Pilcomayo 1.800 puntos de contaminación.

Pero las consecuencias se sienten más duras aguas abajo. Medios salteños como “El Tribuno” publicaron la semana pasada la preocupación por enfermedades como leucemia y tumores asociados en la población ribereña argentina, atribuidos a la acumulación de metales pesados y pozos con arsénico. Estudios realizados en los últimos 20 años revelaron que en la zona ribereña argentina hay pozos con concentraciones de arsénico superando hasta 75 veces los valores máximos recomendados por la Organización Mundial de la Salud. Hace cuatro años, la Subsecretaría de Recursos Hídricos de Argentina publicó muestreos, advirtiendo sobre concentraciones máximas de arsénico, plomo y cadmio en los sedimentos de fondo de Misión La Paz, ubicada al otro lado de Pozo Hondo.

No apto para consumo 

Cuando en 2014 se rompió un dique de residuos mineros en “Santiago Apostol (Potosí)”, en época de aguas bajas, el lodo contaminante llego recién con la creciente de 2015 hasta Misión La Paz. Aunque los valores del agua se normalizaron en parte el año siguiente, hoy existen niveles altos de metales, que hacen que el agua del Pilcomayo no sea apta para la bebida. “Aunque se la potabilice eliminando los componentes microbianos (coliformes totales y fecales), mantiene niveles de riesgo en arsénico, níquel, plomo y selenio. Su consumo puede provocar diversas enfermedades a largo plazo. Del mismo modo, el consumo por parte de animales seguramente incide en su salud y, luego, al faenarlos para comer, sobre la salud humana, por bioacumulación”, sostiene Luis María de la Cruz del Sistema de Alerta Pilcomayo de la Iniciativa Proadapt. Medios salteños afirman que existe un hermetismo sobre muestreos oficiales más recientes de la calidad del agua.

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