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Destaca que estas políticas de Estado deben comprender sectores claves como el relacionamiento externo, educación y capacitación, infraestructura y políticas de Estado sectoriales (industria, agrícola, ganadera, Pymes), entre otras que surjan.
En ese contexto, señala que los países que emprenden estrategias en pro del crecimiento enfrentan hoy ciertas tendencias mundiales desconocidas para sus predecesores: los efectos de la crisis del 2007-2008; el cambio climático, el descenso del precio relativo de las manufacturas y el alza del precio relativo de materias primas, como la energía; el creciente descontento con la globalización en las economías avanzadas y algunos países en desarrollo.
Asimismo, el envejecimiento de la población mundial, pese al aumento de la población joven en los países pobres, y un creciente desfase entre los problemas mundiales -en economía, salud, clima- y las respuestas internacionales desarticuladas. “Pero sean cuales fueren los desafíos, la solidez de la economía mundial sigue siendo crucial para el rápido crecimiento de los países en desarrollo. La primera prioridad para las autoridades es adelantarse a la transición y a las nuevas exigencias, previendo reformas, por ejemplo, en materia de políticas de inversión pública.