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En Ecuador el Gobierno impulsó una campaña para cambiar su matriz energética y comenzó por incentivar el uso de la tecnología por inducción para la cocción de alimentos, para lo cual celebró convenios con varias empresas para que las cocinas de inducción sean accesibles. También aplicó una política tarifaria de hasta 80 kWh gratis por mes durante 72 meses para los que optaban por reemplazar su cocina de gas por la de inducción.
Esta misma política podría ser aplicada en nuestro país, señaló el Ing. Benítez, técnico del sector, quien dijo que la diferencia radica fundamentalmente en los rendimientos, porque en la cocina de gas licuado de petróleo (GLP), el rendimiento no supera el 35 a 40%; mientras que las cocinas de inducción tienen rendimiento entre el 75 al 80%.
“Básicamente el tema debería pasar usar la energía eléctrica que disponemos en lugar de la energía (GLP) que no tenemos y debemos importar”, señaló.
Recordó que en Argentina ya se está llevando adelante un programa similar que se denomina Sustitución de Importaciones Energéticas, con el cual cortaron casi en 100% las importaciones y potencian lo nacional.
Benítez resaltó que es mejor impulsar la utilización de la cocina de inducción, incluso antes que las lamparas de bajo consumo, puesto que más del 50% de la energía consumida en los hogares se utiliza en la cocción y si le agregamos calentamiento de agua o refrigeración en nuestro caso, llega al 85%; en cambio, para iluminación se gasta solo el 5% de la energía consumida en los hogares.
“Si no hay una Política Energética o si el propio Estado incentiva usar GLP y combustibles, en vez de electricidad y frena la demanda con tarifazos, es imposible”, afirmó. Insistió en que es un problema de educación que pasa por romper los paradigmas actuales.
“La política energética del actual gobierno consiguió frenar la demanda, quizás para ceder más y así obtener en el corto plazo un poco más de royalties y compensaciones, manteniendo nuestra balanza comercial energética históricamente negativa. O sea se prefiere importar energía que no tenemos, exportando dólares, en detrimento de la energía que poseemos abundantemente, pero se prefiere ceder”, explicó.