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Los abogados Sebastián Irún y Daniel Álvarez, director Jurídico y Asesor Jurídico, respectivamente, de Petropar, viajaron ayer rumbo a París (Francia), con el propósito de contratar un estudio jurídico que represente al ente estatal paraguayo en el proceso de arbitraje ante la Cámara de Comercio Internacional (CCI).
Cabe recordar que la venezolana PDVSA le reclama en esta instancia el pago de una deuda de US$ 265 millones, más intereses, por la provisión de derivados del petróleo (básicamente gasoil), en el marco del Acuerdo de Cooperación Energética de Caracas (AEC), firmado en el 2004 entre los presidentes Nicanor Duarte Frutos (por Paraguay) y Hugo Chávez (por Venezuela).
Al señalársele que ningún artículo del AEC, u otro documento conocido, contempla la figura del arbitraje que, para tener algún valor u obligatoriedad, debió ser pactado antes, y nunca como producto de una imposición, Jara contestó: “La acción ante la CCI fue una decisión unilateral de PDVSA, nosotros fuimos notificados de esa acción el 20 de julio pasado. No tenemos obligación legal de presentarnos, pero el proceso eventualmente podría seguir sin nosotros, y eso sería poco serio, teniendo en cuenta que es un foro donde también nosotros podemos presentar nuestros argumentos, y el tribunal puede darnos la razón”.
Sobre el viaje de los abogados del ente estatal, afirmó que los letrados de la empresa se están yendo para entrevistarse con cuatro o cinco bufetes de abogados que se ha identificado, que puedan presentar una “adecuada defensa” de los intereses de Petropar.
Preguntado por qué este Gobierno no resolvió este problema en el 2013, Jara contestó: “Es importante recordar que Petropar en ese momento no tenía un peso partido por la mitad. También se habla de las opciones enviadas por PDVSA en abril y mayo. Pero hay que recordar que esa oferta era de cumplimiento imposible para Petropar: pagar US$ 287 millones en cinco cuotas corridas”.
Agregó que este Gobierno también intentó en “innumerables ocasiones” negociar con PDVSA y acordar planes de pago realizables, pero –al contrario– insistió siempre en que planes eran de “imposible cumplimiento”.