Paraguay no tiene otra salida que fomentar el arbitraje comercial

Hoy las empresas extranjeras ya no firman contratos sin una cláusula que contemple que la resolución de controversias sea hecha a través del arbitraje comercial, que es un gran desafío para la capacitación en el Paraguay, coincidieron en señalar los jóvenes abogados compatriotas Verónica Franco, Guillermo Sarubbi y Eusebio López, quienes participaron de varias competencias internacionales en esta materia.

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–Nos han comentado que participaron en competencias sobre arbitraje en el exterior...

–(Guillermo Sarubbi) En realidad, hemos participado en varias competencias ya. Los que estamos acá tenemos acumulados cinco.

–¿Dónde?

–(Verónica) La primera fue en la Argentina, luego en España, después en Washington (EE.UU.) y recientemente en Viena (Austria), que fue la más importante, entre alumnos de 300 universidades de 67 países del mundo.

(Guillermo): Nosotros somos exalumnos de la Facultad de Derecho de la UNA, nos hemos recibido el año pasado, y lo que hicimos en estos últimos tiempos es participar de competencias de arbitraje comercial, cuyo propósito es fomentar la práctica y el conocimiento de lo que es este método alternativo de resolución de conflictos, que es paralelo al sistema estatal (Poder Judicial), con una aplicabilidad muy importante en el ámbito comercial, en especial en el comercio internacional, donde las partes pueden optar por un procedimiento distinto, el idioma y elegir a las personas (árbitros) que llegarán a juzgar sus disputas.

–¿En qué consisten exactamente esas competencias?

–(Verónica) Se toma un caso de arbitraje real y se hace una ficción de lo que se daría en una transacción comercial entre partes contratantes, y se da a los estudiantes para que lo resuelvan. Tiene dos elementos: la parte escrita, que en el caso de Viena es en inglés y en los demás casos en español. Tiene muchos requisitos formales, el escrito se envía por internet, en el que se hace una demanda y también una contestación, de manera que el estudiante pueda ponerse en las posiciones de demandante y demandado. Después viene la fase oral, donde se discuten esos argumentos presentados por escrito, para lo cual el participante debe viajar para defender los argumentos presentados por escrito, con argumentos jurídicos y fácticos, y lo más lindo de esta experiencia es el conocimiento y el aprendizaje que conlleva la preparación para esas defensas orales.

–¿Ustedes asumieron los gastos de estas competencias o recibieron algún apoyo?

–(Verónica) En otros países los asumen las universidades, que envían a sus mejores exponentes, y en algunos casos, como en el Brasil, ciertos estudios jurídicos interesados en esta figura. En Paraguay, en realidad, hemos empezado con una invitación del doctor José Moreno Rodríguez y todas nuestras participaciones fueron “a puro pulmón”, o sea, nosotros hemos pagado todos y cada uno de estos viajes, lo cual hace que sea muy restrictiva la participación, y en la UNA nos han dicho que no tienen presupuesto.

–¿Cuál es la diferencia y ventajas del arbitraje frente al sistema judicial?

–(Eusebio) En realidad, el arbitraje es también un método de heterocomposición al igual que el litigio judicial, donde el árbitro, que es un juez privado elegido por las partes, se encuentra en mejores condiciones para dirimir una controversia que un juez estatal, debido a su conocimiento del tema en cuestión, su experiencia, probidad, etc. Además, los litigios ante el Poder Judicial generalmente se dilatan demasiado, los procedimientos son muy rígidos y muchas veces los jueces no utilizan criterios jurídicos objetivos. Entonces, el arbitraje aparece como una mejor opción, porque es mucho más eficiente. Si bien son personas privadas las que resuelven las controversias, esa facultad le ha sido delegada por el Estado. Si eventualmente se produce alguna violación de una garantía constitucional, como el debido proceso o el orden público, entonces las partes tienen la facultad de interponer recursos de nulidad, por los cuales el Estado salvaguarda derechos y garantías constitucionales.

–¿En principio, es un sistema más amigable que el jurisdiccional?

–(Verónica) El gran atractivo es que, en principio, es flexible, más rápido, los plazos son más cortos y hay menos distancia entre los árbitros, frente a un sistema judicial muchas veces complicado y muy burocrático. Una cuestión que hay que tener en cuenta es que el arbitraje no se puede aplicar a cualquier tipo de conflicto, como en el de la niñez y adolescencia y cuestiones penales, sino exclusivamente a cuestiones comerciales. Entonces, las partes contratantes en una transacción comercial, por lo general, ya incluyen en sus contratos que resolverán sus controversias a través del arbitraje, en un país neutral y no por medio del sistema judicial nacional.

–¿Cuán rápido es el arbitraje?

–(Guillermo) En cuanto al tiempo, una de las principales ventajas es que el laudo arbitral, por lo general, no es apelable, entonces con eso se reduce sustancialmente el plazo que puede durar el proceso arbitral.

–(Verónica) También tiene reglamentos que cumplen la función de un Código Procesal, pero más cortos, en que se estipula cómo se llevará adelante el procedimiento y ya se establece un plazo mínimo de seis meses. Sin embargo, puede haber casos en que los plazos sean tan largos como en un proceso judicial, dependiendo de la capacidad de la gente que lo lleva. Todo ello, también incide positivamente sobre el factor costo.

–¿Cuál es el futuro de esta alternativa y por qué Paraguay debería preparar a su gente?

–(Eusebio) Debemos entender que Paraguay debe ser un país competitivo y confiable, donde las empresas internacionales quieran venir a invertir, y porque el arbitraje es el método más apropiado para resolver sus controversias.

–(Verónica) El arbitraje está creciendo rápidamente en Paraguay, porque los clientes internacionales, por una política corporativa, firman contratos solamente con cláusulas arbitrales, porque son empresas que invierten en varios países y no consideran apropiado arriesgarse con resolver sus conflictos en los sistema judiciales de ninguno de los países de los contratantes.

–Es decir, terminará imponiéndose por la presión externa...

–(Verónica) Exacto. Es una cuestión de seguridad, en que una empresa extranjera, a la hora de planificar, decide no tomar ciertos riesgos.

–¿Y debemos prepararnos para eso?

–Así es. Además, lo lindo sería aprovechar la ubicación geográfica estratégica de nuestro país en el continente, donde puede llegar a ser un centro de resolución de conflictos de clientes de toda Sudamérica, porque muchas veces se elige un país neutral, y si Paraguay ofrece seguridad jurídica, una institución arbitral seria, con gente bien formada y con costos competitivos, será de un gran beneficio.

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