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El empresario añadió que uno de los temas centrales que precisamente afectan la competitividad del Paraguay es la corrupción, que en gran medida es el resultado de la debilidad institucional existente, en que el Poder Judicial todavía deja mucho que desear, con una imagen poco creíble, local e internacionalmente.
Agregó que además hace falta una mayor profesionalización de la gestión pública, otra de las materias pendientes, considerando que todavía existe un “aparato estatal” que obstaculiza y encarece el costo país.
Al señalársele que, al parecer, el tristemente célebre “así nomás” podría seguir “campeando”, el empresario contestó: “Espero que no. Creo que hay que profundizar esa buena señal del presidente Horacio Cartes de profesionalizar la gestión de Gobierno, aunque lo que ciertos sectores quieren es profundizar la politización”.
En ese contexto, González Acosta alertó que no se puede seguir perdiendo el tiempo, por ejemplo, en cuanto a la aplicación de la Ley de Alianza Público-Privada, considerando que las oportunidades no son “eternas”.
Resaltó que son enormes las necesidades de nuestro país en materia de infraestructuras diversas y, en especial, aquellas que tienen relación con nuestra conectividad interna y externa. “¿Quién puede estar en desacuerdo con una herramienta como la ley de las APP, que nos va a resolver problemas estructurales fundamentales?”, preguntó.
Añadió que las APP van a ayudar al país, en primer lugar, a resolver sus graves problemas de conectividad y, en segundo término, el drama de la falta de empleo, al generar miles de puestos de trabajo. “En cuanto a la infraestructura, Paraguay hoy es uno de los países más desfasados del mundo, ya que está en los últimos lugares. Sobre todo, como país mediterráneo, lo necesitamos más que nadie. Entonces, es urgente que abordemos esto de manera dramática”, expresó.
Advirtió que no es posible que un país como el nuestro, que necesita conectarse con el resto del mundo, no tenga un aeropuerto que valga la pena, teniendo en cuenta que hace 200 años que vive “aprisionado” por sus grandes vecinos (Argentina y Brasil).