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En este caso de la soja, y atendiendo aque existen productores de menor capacidad económica, se estableció una excepción, que consiste en posibilitar la reserva de uso propio de las semillas. Mediante esta excepción el productor guarda parte de su producción para usarla como simiente para una próxima siembra.
Lamentablemente, la excepción se convirtió en regla, afirmó la Ing. Estela Ojeda, y con ello se afecta al sistema de investigación, a la que se priva de recursos, y al mismo tiempo genera una situación de inseguridad en cuanto a la calidad de las simientes, teniendo en cuenta que no son semillas certificadas las que se emplean para una nueva siembra.
“Pasa mucho por una cuestión de conciencia, y por la necesidad de que tengamos programas nacionales de mejoramiento. Estos programas se alimentan de la venta de semillas certificadas. El no hacer esto, primero afecta a la calidad, porque no es segura esa semilla, y en segundo lugar, afecta al programa, pues la investigación científica lleva tiempo y recursos”, refirió.