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El empresario y economista Alberto Acosta, de la Fundación Desarrollo en Democracia (Dende), fue preguntado sobre el contexto actual de los préstamos del sistema financiero y cómo ha afectado la calidad de pago de los clientes, teniendo en cuenta los actuales niveles de morosidad. Respondió que para los próximos periodos, difícilmente se dé un crecimiento del crédito por encima del 30% o 40%, como se dio en años pasados y que permitiera tener un nivel de mora por debajo del 2%.
“Un crecimiento acelerado del crédito permite tener una tasa baja de la mora, ya que está directamente relacionado. Sin embargo, como vemos ahora y para los siguientes años, el crecimiento del crédito será más bajo, cerca del potencial (PIB+inflación), por lo que creemos que no estaría muy lejos del 10%”, detalló. La cartera de préstamos oscila los US$ 12.214 millones.
Ante este escenario, el economista advierte que la morosidad podría llegar al 4% o 5%, lo que dependerá mucho del desempeño de los sectores económicos. En julio último, la mora en bancos se ubicó en 3,16%, el promedio más alto en lo que va de este 2016, así como de los últimos 10 años. Sin embargo, lejos estamos aún de niveles que se dieron entre 1996 y 2006, cuando el promedio de mora bancaria llegaba incluso al 24%, durante y después de la grave crisis financiera en nuestro país.
Se reinventan
Las entidades financieras tienen claro que el escenario que se presentará en los próximos periodos no será precisamente brillante como se dio recientemente y por ello cada banca está tomando sus providencias para enfrentar los ciclos más difíciles.
Acosta detalló que el gerenciamiento cumple un rol muy importante en el proceso de reacomodo de los bancos, donde se debe buscar la eficiencia ante todo, como la distribución de sucursales, optar por herramientas que permitan simplificar procesos y ahorrar trámites administrativos. En ese sentido, la autorización de los corresponsales no bancarios es una opción que cada vez más bancos están internalizando en lugar de abrir más sucursales. La banca móvil y las transacciones electrónicas son hoy procesos que ayudan a facilitar trámites que antes dependían únicamente de la intermediación de un funcionario.