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–¿Cuál es el camino para salir de la pobreza en el Paraguay?
–Nuestra visión en la CAP es establecer políticas de Estado, con articulación público-privada, así como lo estamos haciendo a través del Consejo de Seguridad Empresarial, con el objetivo de eliminar la pobreza; nosotros no queremos un alivio o una simple disminución. La Constitución nacional habla de familias dignas y de una calidad de vida a través de un desarrollo integral. Queremos empleos dignos, no más “derecheras”, que se han convertido en un negocio de algunos, sino títulos de propiedad. Educación y salud, por supuesto, que son derechos básicos que se deben garantizar.
–¿Qué es lo que está fallando?
–En el Paraguay hay 1.300.000 pobres, y 20% de la población (alrededor de 1.400.000 habitantes) está en la extrema pobreza. En un país con todos los activos del milenio (tierra, agua, energía, etc) no hay derecho a que tengamos estos niveles de extrema necesidad. Entonces, como se ha dicho muchas veces, el modelo económico no alcanza para disminuir la pobreza. Si bien tenemos épocas muy buenas, con un producto interno bruto que crece muy por encima de lo normal, no ha alcanzado para reducir la pobreza.
–¿A qué modelo económico se refiere?
–El agropastoril, un modelo en el que no industrializamos, que no agrega valor, solamente vendemos commodities, con alta dependencia del clima y escaso o nulo efecto multiplicador, porque de vuelta está en manos de pocos. No digo que sea malo, solo que no alcanza, aunque lo necesitamos como un primer paso. Anoche (del miércoles último) hablábamos en el MIC de que las 15 millones de toneladas de granos (incluyendo soja) que se van a cosechar no tenemos dónde guardarlas, ni dónde limpiarlas ni cómo transportarlas. No hablo de infraestructura del Estado solamente, sino también de la infraestructura privada que no alcanza: no hay suficientes silos, ni puertos, ni camiones necesarios para sacarlos. En lo público, no existe la suficiente cantidad de caminos, puentes, una línea ferroviaria, barcazas, mantener dragado el río Paraguay. Necesitamos aprovechar mejor los puertos sobre el Pacífico para tener otra salida y evitar depender demasiado de la Argentina. Tenemos que reafirmar nuestra salida por el Atlántico (Santos y Paranaguá).
–¿El modelo, por lo menos, ha logrado contener los índices de pobreza en el país?
–No alcanza y sobre todo crea desigualdad. De acuerdo a la “Ecuación de Gini”, nuestro nivel de pobreza hoy es de 0,51. Es decir, cada año estamos peor, hay cada vez mayor desigualdad, entonces tenemos que crear un modelo económico que mejore ostensiblemente la distribución de la riqueza, porque la pobreza es un resorte que nos va a saltar por la cara.
–¿Cuál sería ese modelo ideal?
–No porque yo esté en este rubro hotelero-turístico lo digo, pero este rubro es muy trasversal y tiene la virtud de dar de comer a todos: al taxista, al restaurante, al hotelero, a las líneas aéreas, a los que venden artesanía en la calle; o sea, no hay quien no “ligue” ese dinero que ingresa a través del turismo. Entonces, tenemos que hacer que el Estado también invierta en este rubro que “derrama” bien el dinero.
–¿En qué y cómo debería invertir el Estado en este sector?
–Tenemos que transformar las bellezas naturales del Paraguay en productos. ¿Y cómo se hace eso? Sencillo, si el país tiene una cascada o un salto, o lo que fuera, tiene que haber caminos que lleven al turista hasta allí; baños limpios, una buena cafetería, alguien que te “cuente la historia”. Hoy día uno tiene que ir con una soga, pedir permiso a una estancia ajena para descolgarse 30 metros para abajo con una conservadora, y que ojalá todo salga bien, porque no hay quien te pueda socorrer. O sea, ese no es un producto turístico, no se puede vender, es apenas algo como para ir un fin de semana vos y yo.
–O sea, ¿el propio Estado debería poner dinero?
–Facilitar. Por ejemplo, el sector turístico ya no tiene los beneficios de la Ley 60/90, de fomento a las inversiones, porque en la Adecuación Fiscal se decidió que el turismo ya no es “industria sin chimenea”, por lo tanto hemos perdido el único beneficio que teníamos. Aclaro que es el único incentivo con el que se pueden hacer las cosas, pero si el Gobierno ve que el turismo es uno de los principales generadores de riqueza y empleo en el mundo, tiene que empezar a invertir, conseguir créditos de largo plazo más baratos, que el Banco Nacional de Fomento (BNF), en vez de estar haciendo “la plancha” con sus depósitos, debería estar otorgando préstamos a 10 años, como mínimo, a tasas de fomento para este tipo de emprendimientos. Además, hay que invertir en tener mayor y mejor visibilidad a escala mundial.
–¿Cómo ve la labor de la Secretaría de Turismo?
–Hoy día la ministra de Turismo (Liz Cramer) tiene que hacer malabarismos con los pocos recursos que posee para promocionar el país, que orillan los US$ 800.000 al año. Mientras tanto, la empresa privada que menos está invirtiendo en publicidad y marketing en el Paraguay está destinando alrededor de US$ 20 millones al año. “Esto es increíble, porque se trata de promocionar a todo un país. Esto implica que algo está mal”, dijo finalmente el empresario.