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El mercado de dinero es satisfecho por intermediarios como los bancos y las financieras, que captan dinero del público a través de depósitos de ahorros a corto o largo plazo, y los colocan principalmente en empresas o consumidores, a través de préstamos.
Estos intermediarios captan dinero brindando una tasa de interés menor que la que cobran a los prestatarios. Este margen de intermediación financiera cubre principalmente tres factores muy importantes: el riesgo, los costos incurridos por el intermediario y la rentabilidad.
El mercado de valores es satisfecho principalmente a través de los emisores y los inversionistas, donde los emisores son las empresas que emiten obligaciones o valores y las venden a los inversionistas, quienes disponen de recursos financieros ociosos y quieren tener una ganancia por dicha colocación.
De esta manera, en este encuentro directo entre el inversionista y el emisor de títulos valores, proceso llamado desintermediación financiera, las empresas emisoras se benefician al tener que pagar tasas más bajas de interés por los recursos captados de los inversionistas en comparación a la alternativa de recurrir al mercado de dinero. Asimismo, los inversionistas consiguen tasas de intereses más elevadas que si hubieran depositado sus ahorros en los intermediarios del mercado de dinero.
Esta diferencia de tasas de intereses, tanto para los poseedores de recursos (oferentes de recursos), como para los que necesitan esos recursos (demandantes de recursos), en los diferentes mercados (de dinero y de valores) está explicada tanto por la desintermediación financiera como por la diferencia entre ahorro e inversión, donde el ahorro es característico del mercado de dinero y la inversión del mercado de valores.
La diferencia entre ahorro e inversión radica principalmente en el riesgo asumido, donde el ahorro asume menor riesgo relativo a la inversión, pero así también a menor riesgo asumido menor rentabilidad para el poseedor de los recursos. El riesgo asumido es la posibilidad de pérdida de parte o incluso de la totalidad de los recursos o capital invertido, si la empresa en la cual se invirtió o ahorró, no tiene la suficiente capacidad para favorecer una inversión.