LOS LECTORES OPINAN

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Honor y dignidad en peligro

El pueblo paraguayo en general está horrorizado, aplastado, a punto de que su gobierno –quizá por cuatro monedas– esté poniendo en serio riesgo la propia soberanía, la dignidad y el honor de nuestra Patria. El gobierno colorado del señor Horacio Cartes está jugando con fuego. Cree quizá que está entre mercaderes, cuyo principal objetivo en la vida sino el único, es ver su existencia y con la misma visión la de su pueblo haciendo buenos o malos negocios. Su dimensión es mezquina, es la de gobernantes que como máximo ven en los hechos: los negocios puramente mercantiles.

Con la aceptación de dar el paso de reconocer la incorporación de Venezuela al Mercosur, que ya no cabe duda se va a dar, sin que las humillaciones y burlas despiadadas e injustas que sufriera por parte de los otros países del Mercosur, Argentina, Brasil y Uruguay, nuestro país, sean levantadas y que tales atropellos miserables sean olvidados, y considerarlos episodios superados, al denigrante costo de nuestro país, de otorgar a Venezuela el pase definitivo a su ingreso pleno al Mercosur.
El pueblo exige a su gobierno, a su mandatario, que no dé gratuitamente este degradante paso, que si se da, marcará y manchará a la Patria como una nación, sin coraje, sin dignidad ni honor, que quien sabe a qué razones está mostrando al mundo civilizado y democrático, el perfil más bajo y cobarde que un país pueda mostrar.

He escuchado atónito que para varios analistas de este tema piden siquiera un gesto de reparación (qué reparación), un reconocimiento de su error, una suerte de pedido de disculpas, lo que no puede ser aceptado para una solución digna. La única vía de solución es el respeto a la soberanía de la Patria mancillada: Venezuela debe retirarse del Mercosur, del cual participa hoy en forma ilegal e ilegítima por obra de maniobras hechas cínicamente por los socios de Paraguay en este emprendimiento integratorio que es el Mercado Común del Sur (Mercosur). Que se respete íntegramente las normas rígidas que establece el Tratado de Asunción y el Protocolo de Ouro Preto (Brasil), es decir, que ningún nuevo país puede ingresar sin el acuerdo pleno de los cuatro socios del organismo. Y esto no se ha cumplido, agraviando severamente al Paraguay, con la entrada de Venezuela pasando por encima del propio tratado de su constitución, el Tratado de Asunción. El proceso de incorporación de este nuevo país debe empezar de fojas cero, pues lo hecho hasta aquí adolece de nulidad, es sin valor alguno, no puede afectar al Paraguay, y todo lo que hizo y vaya a hacer un Mercosur de solo tres patas, es y será nulo absolutamente. Después de retirada Venezuela, podrían eventualmente iniciarse las conversaciones para su incorporación, que me adelanto a manifestar mi total oposición a ello, mientras en ese hermano país rija un estado dictatorial, irrespetuoso de los derechos humanos y de toda norma democrática. Advierto: se está por dar un golpe mortal a nuestra Patria, llevándola a la pérdida total de su personalidad como Nación libre e independiente. La presión de los “grandes ” del Mercosur es intolerable y por país chico que seamos, nuestra personalidad jurídica, similar a la de los grandes, debemos exigir sea respetada. América está siendo gravemente agraviada en su esencia misma como el continente de la libertad y del republicanismo democrático.

La teoría del pragmatismo económico llevado al extremo que se pretende es atentatoria a los grandes principios del Derecho Internacional humanitario del respeto entre las naciones y el cumplimiento de los contratos y convenios suscritos entre ellos. Se pretende socapa de un interesado pragmatismo, esconder la sumisión abierta a la que desean someter a nuestro querido Paraguay. De nuevo lo digo: el pueblo tiene la última palabra.

Federico Callizo Nicora

Freezer

Freezer o Alcatraz, así llaman al lugar de confinamiento de funcionarios que, según sus superiores, cometieron deslices de diferentes matices en sus ocupaciones tanto en entidades privadas como en las del Estado. No me referiré a las primeras cuya administración no afecta al bolsillo de los ciudadanos. Aquellos funcionarios sujetos al Presupuesto General de la Nación sean entidades descentralizadas o no como el Banco Central y de Fomento cuentan con tendal de funcionarios de distinto rango congelándose en el freezer. Mantienen sus privilegiados ingresos sin ninguna responsabilidad ni producción. Igual situación se presenta en instituciones públicas.

Al arrancar al funcionario de su puesto de trabajo, camino al freezer, queda vacancia que cubrir, ya que se rompe el eslabón que los unía en la cadena de trabajo y que generalmente se lo llena con nueva incorporación sumando staff e inflando el globo presupuestario. Muchos de esos castigados pertenecen todavía a la población económica activa, por lo que es menester destinarlos en trabajos sin responsabilidad a ir reincorporándolos de a poco, negociar su salida o jubilarlos para hacer su rehacer su futuro.

Esos caídos en desgracia no pueden permanecer inactivos ad perpetuan porque atenta contra los DD.HH. y su salud física y mental. Cada castigo conlleva consecuencia. Con nueva incorporación el fardo pesado recae sobre la espalda de los contribuyentes ya agobiados con el peso de cargar con los privilegios de los empleados activos, que siempre crean plus a su favor.

Con estos castigos se crea gran número de holgazanes improductivos, convirtiéndose en verdaderos parásitos y atenta contra su psiquis ahora o después.

Este número inimaginable de gente marginada permanece en el más absoluto secreto para el público. Nunca nadie se interesó acerca de ellos. Parecieran que fueran parias, tampoco forma parte del listado que viene publicándose, pero forman parte de los presupuestos. Cada institución afectada debe tener primera prioridad solucionar humanamente y limpiar esos escombros en que se los convirtieron y así disminuir el número de funcionarios. Para la administración pública, los mencionados hechos no requieren su atención porque sencillamente los cubren con el cada vez más agrandado presupuesto.

José Julián Valenzuela

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